Política

Neurosis del gran simpático

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Aquí hemos llegamos. A estas páginas. En estas horas históricas. Apúntese, además, que el Trasiego ha caído aquí en momentos de aflicción y en fecha marmórea.

Sí, en tiempos de zozobra y agobio. El coronavirus, el Covid-19 permea en el país. Su propagación en franco aumento. Ayer mismo se registró “oficialmente” el segundo fallecimiento. El registro, igualmente “oficial”, de portadores del virus alcanza las 203 personas. Y otras 606 se registraban como “sospechosas” de contraerlo. Es la pandemia. La neurosis generalizada.

Sobre la fecha marmórea: 21 de marzo. Sábado. Hoy. El Trasiego ha caído aquí en el natalicio del Benemérito de las Américas. El mismo que vemos, de rostro azulado, en los billetes de 20 pesos. O, si se quiere, el tercer hombre que aparece en la actual imagen institucional del gobierno federal. El mismo que, suponemos, detiene orgulloso la bandera que da referencia a su apellido: el pendón juarista.

La figura de don Benito Juárez en la imagen corporativa del gobierno de la cuarta transformación, suponemos que es también un homenaje a ese gran prócer que dio la vida por la patria. O, si se quiere, quien murió en cumplimiento de su deber y en funciones como presidente de la República.

Como todos sabemos, Benito Juárez padeció de “neurosis del gran simpático”, término que se usaba para referirse al infarto de miocardio. El Benemérito tenía 66 años y fue declarado muerto, a las 23:25 horas, del 18 de julio de 1872. Estaba en su tercer periodo como presidente constitucional.

A las 11 horas de aquel luctuoso día, un “calambre dolorosísimo” del corazón lo obligó a tumbarse en cama. El día anterior tuvo náuseas y dolores de opresión en el pecho que le impedían respirar.

En las memorias de su médico de cabecera, Ignacio Alvarado, este nos recuerda cerca de las 9 de la noche, “su semblante se demudó, cubriéndose de las sombras precursoras de la muerte, y en lance tan supremo tuve que acudir contra mi deseo a aplicar un remedio muy cruel, pero eficaz: el agua hirviendo sobre el corazón”. A grito de dolor, Juárez le reclamó: “Me está́ usted quemando”. Angustiado, balbuceante en el habla, el doctor Alvarado le contestó: “Es intencional, así lo necesita usted”.

Se logró tranquilizar por dos horas, pero se repitió el dolor y repitieron el mismo “tratamiento”. Al final, Juárez descansó su cabeza por su lado izquierdo y no volvió a hacer movimiento alguno, “sin agonía, exhaló su último suspiro” (La muerte de Juárez. Relato de su médico de cabecera).

Hoy, se conmemora el natalicio de Benito Juárez. El presidente Andrés Manuel López Obrador, de 66 años, le brindará honores patrios. Hasta lo que sabemos por sus propias palabras, traerá consigo el amuleto católico que presumió en la conferencia mañanera del miércoles pasado y que suele usar como escudo protector contra todo mal, incluyendo el Covid-19. El amuleto, del tamaño de un escapulario, está ilustrado con un corazón sangrado por flecha y lleva como leyenda: “Detente enemigo, el corazón de Jesús está siempre conmigo”.


@fdelcollado


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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