Hace una semana escribí acerca de lo afortunados que somos en esta tierra al no sufrir temblores o atentados con armas de alto poder, como lo sucedido hace unos días en Las Vegas. Evento que fue difundido a través de los medios informativos de todo el mundo y fuimos testigos hasta la saciedad por todo tipo de videos, entrevistas, mesas redondas y reportajes de miles de periodistas que se trasladaron hasta el sitio de la tragedia para reportar, en vivo, y yo añadiría con una gran dosis de morbo, los avatares del evento: 59 muertos. Unos días después, pero al otro lado del globo, en Mogadiscio, Somalia, la prensa reporta un atentado perpetrado contra la población civil, mediante la detonación de dos bombas de alto poder que matan a más de 300 personas y hieren de gravedad a por lo menos 500. Según las primeras indagatorias podría haber sido una venganza de un ex soldado somalí por una incursión liderada por personal militar de EUA, en agosto pasado en su ciudad natal.
Como quiera que haya sido, llama la atención las similitudes de ambos hechos, al comprobar que la locura extrema se da tanto en las sociedades ricas, como la norteamericana, donde se mata a la menor provocación y sus ciudadanos están armados hasta los dientes y las pobres, como Somalia, quien es uno de los países más atrasados del mundo.
Y entre la riqueza de un país como el vecino y la miseria de una tierra atrasada como África, la realidad informativa desemboca en una asimetría terrible y grosera, pues el evento en Las Vegas fue cubierto por días enteros, mientras en Mogadiscio apenas apareció en algunos periódicos de las grandes ciudades, ni siquiera a ocho columnas, sino en páginas interiores.
Tragedia terrible y pérdida de valores o desequilibrio causado por los excesos del rico o las penurias del pobre, pero ambas actitudes disfuncionales que retratan el perfil del ser humano ignorante, prepotente, angustiado y cegado por quien sabe qué dolencias del alma que lo llevan a matar a sus semejantes.
Pero eso sí, a los políticos ni se les moleste: ellos están para defender el derecho de portar armas, unos, y otros, para perpetuar la pobreza que tantos dividendos deja.
