Política

Populismo

  • Caleidoscopio
  • Populismo
  • Federico Ramos

Suele mencionarse al populismo como una tendencia política que pretende atraer a las masas, donde los liderazgos, muchas veces surgidos por golpes de estado, como sucedió en Venezuela, con Hugo Chávez, aunque otras veces no, como en el caso de Estados Unidos, con Trump, dicen defender los intereses y aspiraciones del pueblo. Su oferta política fundamental es explotar las aspiraciones de las clases más desprotegidas, a través de la promesa de sacarlos de la pobreza. 


Ese discurso tiene en nuestro país y en general en los del tercer mundo, muchas décadas de funcionar a través de los planes y programas para combatir la marginación de los más débiles, sin que con el paso del tiempo se demuestre que dichos programas funcionen, sino que más bien perpetúan en el círculo de la pobreza a grandes, que se vuelven carne de cañón para fines electorales. 


Suele también verse al populismo como una amenaza a la estabilidad del país, y por ello, cuando se practica con vehemencia se percibe como una bomba de tiempo: es el caso de la Venezuela actual cuyas políticas populistas implementadas por Chaves y después por Maduro, han llevado al país al caos, cuyas noticias suelen mostrar un país en ruinas, sin alimentos y de falta de empleo. 


Otros casos visibles de los estragos son Argentina y Nicaragua y en menor medida Ecuador, pero también lo vemos en Europa, en menor medida, o en África, donde ahí sí se observan casos extremos.

Las consecuencias del populismo aplicado este como política de estado sin mediar contrapesos o salvaguardas, son la pérdida de la fortaleza de las instituciones a cambio de centralizar el poder y gobernar por ocurrencias, debilitando el poder de la ley y del estado de derecho. También suele deteriorarse la salud financiera del país y se entra fácilmente en un tobogán donde suben abruptamente las tasas de interés, propiciando la especulación peligrosa y la fuga de capitales.

“A río revuelto ganancia de pescador” dice el dicho popular y es por ello que los agentes que controlan el poder ganan con las devaluaciones, la inflación desbocada o la contratación desmedida de deuda pública.

Siempre pierde la casa, pues la deuda la paga invariablemente el pueblo.



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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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