Por donde se vea, hasta ahora la contienda por la presidencia de la república solo arroja dudas respecto a su desenlace. Si bien un candidato mantiene su ventaja en las preferencias, la verdad es que el país está polarizado y dividido por dos visiones antagónicas: una, la del “cambio” que se basa en denostar lo hecho en el pasado y descalificar a una “mafia” que ostenta el poder, pero que no nos dice claramente cómo quiere lograr ese cambio que define, vagamente, cómo traer la prosperidad al pueblo bueno. Otras opciones, como la del Frente, en realidad la visión de la derecha y de los empresarios, tan solo apuesta a sembrar miedo de lo que pudiera pasar si llega al poder aquel que es un “peligro” para todos, aunque vale la pena decirlo, hay muchos mexicanos que ya no desean ver ni al PRI ni al PAN en el poder, pues han tomado demasiados años para demostrarle a los mexicanos que no pueden o no quieren acabar con la pobreza ni con la marginación, y, por ello, no ven a López Obrador como un peligro, sino como una especie de mesías que todo lo puede.
Sin duda, es culpa del sistema que tenemos ahora que muchos millones de compatriotas vean el “peligro” más bien en la perpetuación del modelo actual, que por poner un solo ejemplo, se aprecia en la política de seguridad implementada por más de un lustro, con las consecuencias desastrosas que vemos.
En suma, un candidato descalifica a la sociedad civil y su visión de cómo combatir la corrupción parte de que su voluntad basta para acabar con ella. Otro candidato propone cortarle las manos a los corruptos. Retrata de cuerpo entero al país de las ocurrencias, el país de las descalificaciones y no de las ideas: discusiones sobre aviones y aeropuertos en lugar de los temas que realmente importan al país.
A mi entender, la desigualdad del país no se resuelve barriendo escaleras o amputando extremidades, se resuelva atacando las causas de la injusticia y la falta de estado de derecho. El cambio indispensable que necesitamos es empoderando verdaderas instituciones fuera del control político de unos cuantos. Y esas propuestas no se ven muy claras por parte de ninguno.