Administrar cualquier cosa, recursos públicos o privados, riquezas o patrimonios, implica tomar decisiones en un sentido o en otro. Los administradores exitosos, sean empresas privadas, municipio o estados no escapan a esta circunstancia: lo que se hace bien, rinde y luce, además, se aplaude y se reconoce; y lo que se hace mal se repudia y se combate. El tiempo se encarga en mostrar los estragos de las obras mal hechas, mal diseñadas o mal ejecutadas.
Desgraciadamente en lo público, tratándose de obras los que padecen las consecuencias de malas decisiones son los ciudadanos, sean de a pie, de bicicleta o motorizados.
Nadie se salva. Así pasó con las lluvias recientemente y no solo por la ausencia de un drenaje pluvial, que debe existir, insisto, y ayudaría a tener menos problemas. Obvio, hay otras alternativas para combatir este fenómeno, sea con una nueva política pública de manejo del agua que sepa gestionarla y convertirla en lo que es: un bien muy preciado y como dice Francisco Valdes Perezgasga al respecto, debemos de hacer algo y pronto, “pues el agua que cae del cielo debería de ser literalmente una bendición”.
La presión de la sociedad debe dejarse sentir y creo que el gobernador Riquelme mostró su sensibilidad al declarar que los recursos que existen en el Fideicomiso del Impuesto sobre Nominas pueden reclasificarse para resolver los problemas derivados del manejo del agua, con obras de drenaje pluvial o acciones y otras soluciones como las que implementa el Watershed Management Group, en Arizona.
Por ello, aplaudo dejar de construir puentes, que dicho sea de paso destruyen el valor de la propiedad urbana que le toca en mala suerte estar ubicada por donde pasan.
Abajo de los puentes y a los lados no florece nada, ni el pasto, ni los jardines y mucho menos los comercios. De no creerme, échese una vueltecita estimado lector, a pie y caminando por abajo del largo e inútil puente de Bulevar Revolución y calle 13, para que constate la muerte que le propiciaron hace muchos años a muchos negocios, en lo que fue alguna vez una área digna.
Mejor invertir en aprovechar el agua, de donde venga.