Durante las primeras jornadas del 2024, el gobernador del estado presentó su informe anual de seguridad donde resaltó una baja generalizada de delitos en la entidad, ubicándose por debajo de la media nacional. Los datos, resaltando siempre en su origen en el ámbito federal significan un avance en la llamada estrategia de seguridad que califica de exitosa y que, a pesar de no avanzar como se esperaba, ha brindado resultados.
Pero el gobernador, nuevamente, como en casi todas las oportunidades que tiene, aprovechó para lanzarse contra aquellas voces críticas y que, de acuerdo a su postura, dañamos al estado, lo lastimamos, por levantar la voz y señalar que las cosas no son como las presenta. Tan solo esta semana, por los medios de comunicación nos dimos cuenta de que durante 2023 se rescataron a 299 víctimas de fosas clandestinas y que estas siguen siendo recurrentes y con altas cifras de ubicación en Jalisco. En estos días, también, nos dimos cuenta de que grupos delictivos “levantan” a jóvenes de Nayarit, Tonalá y otras localidades para reclutarlos y que las fiscalías en Jalisco siguen siendo omisas o dando un trato indigno para quienes buscan respuestas. En estos pocos días de 2024 nos dimos cuenta de que durante los años de este gobierno se ha roto el lamentable récord de asesinatos al llegar casi a doce mil, y que durante 2023 no se registraron cerca de tres mil personas desaparecidas, negando una crisis que parece aumentar de manera desproporcionada. Nos dimos cuenta de que la CEDHJ señaló omisiones en los protocolos de búsqueda, que tardar hasta diez meses en iniciar la planeación de búsquedas.
También son datos oficiales y muestran una realidad muy aparte de la que nos presentan en estos informes. Una óptica diferente de un problema que reclama justamente, atender a la realidad y a su percepción con la población. Una realidad que no se habla, al menos en las esferas gubernamentales. En su mensaje, el gobernador no solo justifica sus acciones, sino que las compara con la situación en el resto del país. No se trata de juntar peras con manzanas, dijo en un video posterior donde arremetió contra un medio de comunicación. Creo que es exactamente eso, no juntar peras con manzanas y no confundir las cifras o incluso manipularlas para presentar un espejismo de la realidad y tratar de imponerlo. Las cifras tienen detrás de sí las vivencias de las víctimas y sus familiares, y delante, la responsabilidad para hacer una toma de decisiones adecuada, sobre todo en la función de gobierno. Y son cifras que merecen ser discutidas. Son temas de los que deben hablarse.
Alguien por ahí dice que la falta de un dato es un dato, pero también es necesario resaltar que la confrontación de datos se convierte en una pugna que puede resultar poco provechosa para todas y todos. Tener los datos correctos para esgrimir la verdad absoluta, sin importar cómo se llega a esa veracidad de los datos y arremeter contra quienes señalamos la urgencia de tratar el tema en la dimensión y gravedad que la sociedad reclama no es precisamente un acto que beneficie a resolver el problema.
Si algo hace falta es abordar esta crisis de seguridad y politizar los temas para encontrar soluciones, para mejorar las cosas. El debate sobre la seguridad es una agenda pendiente en Jalisco, acaso la más importante de todas y la más grave en décadas y merece un trato adecuado y pertinente, donde las diferentes voces tengan el peso y foro suficiente para ser contrastadas. Hablemos de lo que pasa y de lo que se registra, cómo y para quése registra. Hablemos de lo que se hace y sus resultados. Hablemos de lo que se percibe e incluso, si es correcto con lo que en verdad pasa. Pero hablemos, no permitamos que el silencio se cuele y mucho menos que, por capricho, se imponga.