Después del triunfo de Peña Nieto en 2012, con una campaña sin el patrocinio presidencial, sino proveniente desde los estados priistas, se otorgó de manera extraoficial una licencia para robar presupuestada en las arcas estatales.
Es una venia del político del siglo XX radicada en una actitud ancestral, una tradición popular del México Mágico donde “si puedo agarrar para ti, puedo agarrar para mí” que trajo como consecuencia una generación de gobers rapaces, blindados por el cinismo de sentirse protegidos por el manto presidencial, porque “los favores se pagan”; porque “no me des, pero ponme donde hay”; porque “qué chingados tiene”.
Varios de esos ex gobernadores hoy están tras las rejas, y su partido, el PRI, mendigando caridad política. Gracias a ello es tercera fuerza en el país, y en algunos estados ni siquiera figura; en este elección intermedia sobrevivió gracias al manto protector del PAN que cargó con el hegemónico organismo del siglo pasado junto a otra rémora: el PRD.
La elección del pasado 6 de junio era de dos solamente: Morena y PAN, PAN y Morena. El PRI y el PRD se están uniendo a otros partidos que no son autosuficientes, que necesitan de la alianza para sobrevivir como el PES o el PT. Incluso hoy Movimiento Ciudadano tiene un planteamiento propio que lo hace más fuerte que los otros partidos. La cosa es que, según las estimaciones, el PRI tendrá 70 representantes en la Cámara de Diputados, casi 50 por ciento más que los que actualmente lo representan en la LXIV Legislatura. El PT tendrá 39 miembros en su bancada, 10 más que los que tiene hoy. El PVEM pasó de 16 a 43, mientras que PRD tendrá 13 legisladores.
La mayoría de esos partidos por su parte habrían tenido un resultado muy diferente, algunos hasta habrían perdido su registro en algunos estados. ¿Se imaginan al PRI o PRD perdiendo su registro?
Las alianzas dieron a estos partidos una valiosísima representatividad que será negociable en el futuro, y esto puede ser muy costoso porque, como dice la mexican culture, “los favores se pagan”.
Es necesario elevar el porcentaje de votos para mantener el registro de los partidos, o seguiremos manteniendo políticos sin ninguna proyección más que la capacidad de negociación individual o grupal.