Un día le mandé un mensaje a José Luis Kuri para saber porqué había dejado el Ficehtam. Me contestó que por situaciones personales ajenas, pero me aseguró que el organismo iba fuerte y que el trabajo se estaba haciendo. Le mandé un abrazó y no inquirí más.
He platicado poco con él, pero le aprecio y respeto por ser un tipo íntegro, amante de su ciudad y apasionado de su historia – y de Don Porfirio Díaz- y caballero. Sé que por ello, jamás iba a destruir su ciudad, ni siquiera con un comentario.
Aquí en mis primeras letras dejo lo que pienso: un hombre así, no deja un proyecto firme y con futuro, y por eso no pregunté más.
El Ficehtam, desde su creación por Fernando Azcárraga y posterior a ello al primer rescate de edificios, hoy disfrutables para el turismo, no tuvo mayor sentido que una figura legal, nada más. Perdió todo el activismo y hoy está tan inerte como gran parte de los edificios del Centro Histórico.
El catálogo formal, dice que hay 160 edificios susceptibles a ser rehabilitados y reocupados, pero son muchos más los que hacen parecer a Tampico una ciudad en ruina contemporánea.
El Cascajal es un vestigio de la vieja colonia pobre de la ciudad; la llamada Unión – hoy inexistente- y la Del Pueblo, un triste chiste; la Isleta Pérez, un gran sector del oriente de la zona urbana, un pestilente sitio arqueológico moderno que sirve para la prostitución, la delincuencia, una zona rosa, muy rosa.
Peor, el Centro Histórico, es más histórico por los vestigios, por el abandono, por que vive de las viejas historias de los fantasmas de concreto, que por la historia de su fincamiento.
El Ficehtam está en unos pasos de ser historia, porque hay gobiernos que temen ponerse una camisa propia, un arnés de trabajo para empujar una ciudad, que si bien, no es la más aprensiva de sí misma, si tiene las bases identitarias para reconfigurarse.
Los gobiernos locales prefieren que el Estado haga todo, que la Federación les mande los proyectos y las obras y la gente y las mamparas con los logos de todos, y si no, pues no se hizo nada.
Hace falta mucho más que ideas y discursos para levantar un Centro Histórico con potencial, con edificaciones poderosas; hace falta mucho más que adoquín; el corazón de Tampico se puede expandir el oriente en un sector al que todos le temen a invertir –por eso el fracaso del Canal de la Cortadura- y más grave aún, quien quiera revivirle.
Kuri no tomó ni abandonó nada con vida.