Desde Netflix, sobre una inmensa campaña mercadológica que ha llegado al grado de tocar puertas, casa por casa, con sonido y perifoneo, para regalar bolsas con despensa y artículos con el nombre del fallido candidato, la serie televisiva sobre Luis Donaldo Colosio Murrieta ha venido a resucitar viejos fantasmas con fin de lucro, y sin duda lo ha hecho bien.
Ahora que la vuelta al pasado jurásico en materia política y la explotación de toda la mitología oficialista y maniquea con su panteón apolillado de “héroes” y “villanos” vuelve por sus fueros (desde el poder), se entiende como se explota un mercado con bastante buen tino en el presente caso.
No obstante, no deja de ser absurdo por cuanto lo anterior pareciera vender a quienes están dispuestos a comprar este producto, la sobrevaloración—hasta la idealización quijotesca—de quien como sonorense y gallo del presidente Carlos Salinas de Gortari terminó su ascenso a la presidencia, acribillado en Lomas Taurinas (feudo de Hank González) una tarde de marzo de 1994.
Tecnócrata y buen alfil del sistema político mexicano, había logrado desarrollar cierta capacidad oratoria a manera de calca—emulando los discursos de John Fitzgerald Kennedy y Martin Luther King—y muy típica de quien apelando a la sensibilería tanto como a una serie de lugares comunes sabe lo que quiere vender a cierto público que el anticipa como cautivo, independientemente de cuales fueran sus verdaderas intenciones.
No obstante, analizando de fondo y a varias décadas de distancia, resulta imposible no detectar tanto en su tono como en su retórica nada menos que el mismo tono y discurso del expresidente Enrique Peña Nieto; la misma fraseología y el vacío detrás de las palabras, con la única salvedad de que el segundo fue apoyado como producto del Grupo Atlacomulco, mientras que Colosio no.
Sin embargo, lo más rancio todavía en medio de todo esto es la masa de ingenuos que desde el actual gobierno y sus filas de feligreses honran el mito, creyendo que este personaje representaba algo nuevo, bueno o hasta mejor que el sistema político al que servía; y lo hacen con fe ciega:
con la misma con la que odian a pies juntillas y deturpan contra todo lo que denominan como “PRIAN”…pero sin dejar de venerar a sus mismos falsos héroes, impuestos por dedazo presidencial en la historia de bronce.
