Política

Cristianofobia e impunidad

  • Verdad amarga
  • Cristianofobia e impunidad
  • Enrique Sada Sandoval

Cuando en Año Nuevo del 2017 se desató la ola de violaciones masivas en Alemania—por parte de migrantes mahometanos, privilegiados por las políticas migratorias de la Comunidad Europea—Angela Merkel no solo no hizo nada por las víctimas sino que impuso silencio en todos los medios de comunicación en su país durante tres días. Tras el atentado en la catedral de Notre Dame, al igual que en las docenas de atentados contra templos católicos dos semanas previas al incendio, los medios de comunicación en Francia (dóciles a las logias y a la mafia de Bruselas) acataron la misma orden en el país, del mismo modo que con las masacres contra católicos en Sri Lanka—contra familias en misa y niños celebrando el rito de la primera Comunión—con la misma complicidad e hipocresía con la que criminales como Barak Obama y Hillary Clinton (los padres de ISIS) lamentaron en twitter los atentados contra los “adoradores de Pascua”—eufemísticamente, para no referirlos como cristianos o católicos—en cuanto ocurrieron.

Sólo Austria, al igual que Europa oriental, parece haber recobrado el sentido común al ordenar el cierre de mezquitas y la expulsión de cerca de 60 imanes por hacer apología del crimen entre sus adeptos y por sus nexos con el terrorismo islámico; el mismo que se ha adueñado de las calles de Paris y de Berlín tanto como de los barrios de Suecia, Bélgica, Holanda y Gran Bretaña. 

Lo ocurrido estas últimas semanas no fue un ataque contra “la humanidad” como se vende; fue un ataque contra la Cristiandad: atacaron en los días más sagrados para los cristianos, previo a semana de Pascua y en Domingo de Resurrección; cuando las iglesias se encuentran llenas de fieles. 

Es de notarse además que en un país donde conforme el último censo el 70.2% de los habitantes se identifican como budistas y el 12% como hindúes, los musulmanes atacaron a los cristianos, que como minoría conforman solo el 7.4% de la población.

Por ende, lo ocurrido en Notre Dame tanto como en el resto de Francia este último mes exige no solo una disculpa y pésame público por parte del Premier Macron—mismo que no ha ocurrido—sino una lectura de alerta para un país que se ufana de concentrar por excelencia la cultura occidental cristiana como patrimonio propio, aún y cuando el espíritu de la misma haya sido desterrado de su sociedad, por el poder en turno, desde hace décadas.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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