En aquel entonces, cuando el Jefe del Ejecutivo Federal rendía su informe anual de actividades ante el Congreso de la Unión, este tenía el mote popular de la “danza de los millones”. En él, con el propósito aparente de transparentar el gasto presupuestal ejercido, como muestra orgullosa delfestín, se señalaban hasta los centavos invertidos.
Ahora aparece otro tipo de danza, que se puede denominar macabra y nefasta, sobre las cifras multimillonarias expuestas en el informe que recientemente presentó el Auditor de la Federación Juan Manuel Aranda Portal, quien al rendir su Informe de Resultados de la Cuenta Pública del 2015, señala pérdidas económicas que van desde el año del 2011 y se encuentran aún sin aclarar en el gasto público nacional.
El daño económico y moral al patrimonio de los mexicanos causa escándalo e indignación puesto que la clase política que gobierna a nuestro país, ante el caso, queda en silencio o responde practicando un cinismo evidente al no solventar, por ejemplo, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la pérdida de más de la mitad de los ingresos excedentes del país, equivalentes al monto de 134 mil 26 millones de pesos.
En este desfile donde quedan gravemente expuestos los engaños y mentiras de los funcionarios públicos, sobre el supuesto uso de los recursos pertenecientes al patrimonio económico aportado por la ciudadanía y su pérdida, también danzan en la pasarela, los gobiernos de los estados del país, el Gobierno de la Ciudad de México, senadores, diputados y partidos políticos.
La Auditoría Superior de la Federación hace la tarea de recuperar algo del monto de las pérdidas presupuestales millonarias a través del Ministerio Público Federal, al afirmar que se levantaron “un total histórico de 741 denuncias, de las cuales se presentaron 695 desde el año del 2011, por irregularidades en diversas cuentas públicas, que es lo mismo entrar en el juego “de lo perdido, lo que aparezca”.
El escritor Gabriel García Márquez, en un momento determinado hizo un comparativo sobre la cantidad económica del gasto en armamento que hacían los estadounidenses, y en lo que se podía emplear esa misma erogación para paliar la pobreza de los pueblos latinoamericanos. Sería conveniente que el mismo ejercicio comparativo se hiciera en México en atención al aproximado 45 por ciento de la población nacional que sufre una pobreza parcial o total.