Luego de haberse aprobado las reformas a los estatutos internos de Morena hay mucho material para analizar desde la perspectiva del trasfondo político del partido dominante en el poder nacional.
Quizá lo más trascendental y por el contexto que representa es que hoy se pretenden cuidar las formas y con ello dejar de ser presa de guerra sucia, pleitos de declaraciones en medios, acusaciones y todo tipo de reyertas que terminan con infodemia y presunta difamación.
Si algo le pegó a Morena y al presidente López Obrador en estos seis años fue el tema de la comunicación, la imagen pública y sorbe todo la “vox populi” tanto en las calles como en las redes.
Ante ello, Morena y sus consejeros nacionales deciden tomar cartas y ahora establecen parámetros a seguir en sus documentos básicos que son de interés general.
En su capítulo primero, sobre las Definiciones Esenciales del partido, se dicta el rechazo a la práctica de la denostación o calumnia pública entre integrantes o dirigentes del partido, “práctica que suele ser inducida o auspiciada por nuestros adversarios con el propósito de debilitarnos o desprestigiarnos”.
El nuevo estatuto afirma: “Si existe presunción o prueba de faltas graves cometidas por una persona militante o dirigente, quienes pretendan que se investiguen, y en su caso, se sancionen, deberán acudir a la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia, la que resolverá de acuerdo con los principios y normas de nuestro partido”.
En su Artículo 6°. Las personas Protagonistas del cambio verdadero (como ahora se denominan los militantes) tendrán las siguientes responsabilidades (obligaciones): “Defender en medios de comunicación, redes sociales y otros medios a su alcance a las personas Protagonistas del cambio verdadero y dirigentes de nuestro partido, así como los postulados, decisiones, acuerdos y planteamientos que se realicen en nombre de nuestro partido, de ataques de nuestros adversarios”.
Para lograr esto, plantean en su capítulo sexto de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia. Artículo 47°. “Es responsabilidad de Morena admitir y conservar en su organización personas que gocen de buena fama pública; practiquen la rendición de cuentas, eviten la calumnia y la difamación; mantengan en todo momento una actitud de respeto frente a sus compañeras y compañeros; y realicen sus actividades políticas por medios pacíficos y legales”.
Rescato el principio del artículo 2. “Erradicar de la vida política el influyentismo, el amiguismo, el nepotismo, el patrimonialismo, el clientelismo, la perpetuación en los cargos, el uso de recursos para imponer o manipular la voluntad de otras y otros, la corrupción, la violencia política contra las mujeres en razón de género y en todas sus formas y el entreguismo”. ¿Seguirán al pie de la letra el legado del obradorismo?