Los hechos de violencia en el país, y en particular el asesinato de los dos sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar, quienes fueron ultimados dentro de un templo en el pueblo de Cerocahui, Chihuahua, levantaron los ánimos de la opinión pública e incluso de líderes nacionales e internacionales.
La condena fue masiva por los actos de barbarie, en donde no solo fueron ultimados dos misioneros que habrían entregado parte de sus vidas a trabajar para el bienestar del pueblo tarahumara, sino que evidenció el estado actual de la seguridad en México ante los ojos del planeta.
El tema llegó al Vaticano, en donde el propio papa Francisco, un jesuita, quien se pronunció con un “¡Cuántos asesinatos en México!”, lo que sirvió para una escalada de opiniones de los contrarios al presidente López Obrador, principalmente sus enemigos políticos. Sin embargo, les faltó leer el final del mensaje del propio Jorge Mario Bergoglio, quien reiteró que “la violencia no resuelve los problemas, sino que aumenta el sufrimiento innecesario”, lo que bien se podría interpretar como un espaldarazo a la ideología del “abrazos no balazos”. ¿O acaso la Iglesia católica está de acuerdo en resolver los problemas de inseguridad en México a punta de bombazos?, ¿coincidirían con el ex presidente Felipe Calderón y su corte de reales y fieles caballeros de las Cruzadas contra el Narco en que se debe imponer la ley bala por encima de cualquier mediación?
Sería interesante conocer el punto de vista del máximo representante de la Iglesia católica del mundo, quien ya que soltó sus impresiones sobre el país, bien podría venir a colaborar con el ambiente de paz que tanto desean políticos y empresarios. Como sea, el México bronco no termina ni terminará nunca con cambios presidenciales, y eso lo estamos atestiguando hoy como nunca antes en la historia.
Eduardo González
Twitter: @laloflu
