El combate a la pobreza en México no es algo nuevo o un invento reciente de la 4T o algo que vaya a cambiar la historia moderna en el país.
La política siempre ha buscado estar del lado del pueblo por medio de estrategias de programas sociales mediante las cuales destaque su labor “noble y desinteresada” para que el que menos tiene cuente con más y mejores oportunidades (así como eslogan de campaña). Sin embargo, el resultado ha sido fatal. No ahora, desde hace 40 o 50 años. México sigue padeciendo de una brecha social marcada, entre clase media, baja y de pobreza extrema.
¿Qué es lo que no está funcionando si el gobierno cada año destina millones de pesos para el combate a la pobreza?, que simplemente la clase política no sabe administrar el presupuesto y termina usando el dinero para unos cuántos o en su beneficio personal o simplemente lo desperdician.
Como si no hubiéramos tenido suficiente, vamos de nuevo a 2023 con una nueva oportunidad de malgastar el recurso, con el Presupuesto de Egresos de la federación donde se contempla una reducción de 6 mil 437 millones de pesos y reasignaciones en los poderes Legislativo y Judicial, así como al Instituto Nacional Electoral, a la Comisión Federal de Competencia Económica, al Instituto Federal de Telecomunicaciones y al Instituto Nacional de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, con la intención de fortalecer programas sociales.
Un ejemplo del mal uso de la política contra la pobreza es Hidalgo donde de 2018 a 2020, pese a todos los esfuerzos y planes, creció el índice de precariedad y hay más de 250 mil personas sin recursos suficientes para vivir.
Eduardo González
Twitter: @laloflu