Política

Los patriotas de antes y las sabandijas de hoy

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Si aquí llegan y se van gobiernos con diferentes colores, banderas y proclamas, pero se agudizan cada día los problemas nacionales, ¿por qué otros países, devastados por guerras, se reconstruyeron en pocos años y son ahora potencias mundiales?

En mi opinión, las principales causas de nuestras desgracias son dos y están relacionadas: el maniqueísmo histórico y el desastre educativo. Me referiré a la primera, y próximamente a la segunda.

La primera es la “historia oficial”, mentirosa y envenenada, impuesta a los educandos y a la población en general desde el nacimiento de México hasta nuestros días. Sólo hay en ella ángeles venciendo demonios, seres inmaculados derrotando a lo más execrable habido en el mundo, y patriotas exterminando traidores. Según el enfermizo y embustero oficialismo de hoy: los cuatroteros “aman y sirven al pueblo”, los demás somos “traidores”. Así, rencorosamente confrontado, México sigue derrotado.

Muchos dirán: ¿qué sentido tiene hablar de lo sucedido hace siglos, si el actual desafío es incorporarnos a los avances científicos y tecnológicos, para no quedarnos hundidos en el pantano?

Sí, pero cuán diferentes serían hoy el alma y el quehacer de los mexicanos si la historia, en vez de envenenar todos los días a nuestros niños y jóvenes, nos uniera en la verdad de lo ocurrido, con las luces y sombras de quienes nos precedieron; si nos enseñara las grandezas y miserias de los llamados “héroes que nos dieron patria” (para entenderlos en su dimensión humana) empezando por las del señor cura Don Miguel Hidalgo, quien tuvo el arrojo de prender la llama de la insurrección, en septiembre de 1810, en pos de la libertad de la entonces llamada Nueva España, así como la locura criminal de azuzar a turbamultas al pillaje y a nefandos asesinatos de miles de seres humanos por todo donde iba; ese cura criollo, acompañado de otros curas, ricos hacendados y comerciantes (casi todos ellos hijos de españoles) y seguido de cientos de miles de mestizos y aborígenes; ese cura hecho prisionero por su segundo en el mando, Ignacio Allende, quien le reclamó en múltiples ocasiones sus atrocidades y locuras e intentó envenenarlo; ese Hidalgo, padeciendo con valor su viacrucis hasta ser fusilado en Chihuahua por las fuerzas reales en julio de 1811, pocos meses después de su Grito en Dolores.

De esas cenizas siguieron 10 años de guerra, hasta la entrada triunfal del Ejército Trigarante en la Ciudad de México el 27 de Septiembre de 1821, yendo al frente (con la primera Bandera Nacional y proclamando la Independencia de México) los grandes generales Don Agustín de Iturbide y Don Vicente Guerrero. Hecho fundacional, pero odiado por el oficialismo faccioso.

Las miserias humanas de aquellos se viven ahora, pero su grandeza jamás la alcanzarán las sabandijas de hoy.


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Diego Fernández de Cevallos
  • Diego Fernández de Cevallos
  • Abogado y político mexicano, miembro del Partido Acción Nacional, se ha desempeñado como diputado federal, senador de la República y candidato a la Presidencia de México en 1994. / Escribe todos los lunes su columna Sin rodeos
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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