Ha pasado un mes de la elección y aunque es buen tiempo para revisar a la distancia lo sucedido, en realidad me referiré a los goles que le metieron al Instituto Electoral y de Participación de Ciudadana de Jalisco (IEPC) en los últimos tres procesos. En las elecciones de 2015 el organismo fue olímpicamente burlado por un personaje de Villa Corona, quien montó todo un teatro para ser candidato sin estar registrado y gobernar el municipio sin haber ganado las elecciones.
Ramón Sierra no era el candidato de ese partido, sino Rodolfo Rubalcava, quien luego se supo trabajaba para él. Rubalcava ganaría la elección pero quien gobernaba era Ramón Sierra, hasta que el gobierno estatal intervino y prácticamente lo expulsó. Sierra sería asesinado en 2019 en Acatlán de Juárez, donde encabezaba un movimiento para buscar la alcaldía.
En 2018, otra vez el IEPC fue sujeto de una burla. Gilberto Pérez Barajas, El Arqui, hizo campaña por la alcaldía de Tenamaxtlán por la alianza PAN-PRD-MC, aunque la candidata registrada era Leticia Cárdenas y luego fue Yolanda Meza. Pese a la abierta campaña de El Arqui, el organismo electoral ni cuenta se dio. Es más, dos semanas antes de los comicios aprobó el acuerdo IEPC-ACG-184/2018 para cambiar de candidata y aprobar a Meza, quien ganó y el mismo domingo renunció para que llegara Pérez Barajas.
Y en el pasado proceso 2021, el IEPC estuvo siempre en el ojo del huracán. Calificó el registro de planillas con retraso, negó candidaturas que luego fueron repuestas por el Tribunal Electoral, permitió la elección en Jilotlán de los Dolores cuando no había condiciones para los comicios. Cercenó campañas de candidatos que lo vencieron en tribunales, y el día de la jornada ocurrieron episodios grotescos; fueron robadas 105 paquetes electorales de Casimiro Castillo, La Huerta, Unión de Tula y Villa Purificación. Al recuperarse 99 de los sustraídos con violencia, se procedió a terminar el cómputo donde se pudo advertir que en boletas fueron cruzados dos partidos distintos que no iban en coalición, lo que anulaba el voto.
Y aunque era evidente que fue utilizado un crayón distinto para incidir en el resultado de la elección, la autoridad electoral solamente procedió a considerarlo nulo y de esta manera validó la estrategia criminal.
En Villa Purificación también fueron robadas urnas. La candidata ganadora, esposa del actual alcalde, recibió mil 52 votos contra 943 del aspirante del PRI, una diferencia de 109 votos. Pero los votos anulados fueron mil 263, obviamente muchos más que la diferencia entre el primero y segundo lugar lo que obligaba a un recuento que nunca se dio porque el partido derrotado no lo pidió.
La cereza del pastel del IEPC ocurrió, sin embargo, en 2015 con el payaso Lagrimita, quien buscaba ser candidato independiente de Guadalajara, y al que le negaron el registro porque le faltaron cerca de mil firmas y el instituto no se dio cuenta que el aspirante recurrió a una empresa para que le recabara las firmas.
Al final, el Tribunal Electoral corrigió al Instituto Electoral y otorgó el registro al payaso, quien apenas tuvo una semana para hacer campaña. La Asociación Civil que había registrado a Lagrimita se llamaba “No más llanto”, con el lema: “Más vale payaso conocido, que políticos farsantes”. (Lo invito a que me lea, escuche y vea en www.paraleloveinte.com).
Carlos Martínez