Que me perdone quien me tenga que perdonar pero “Temporada de huracanes” es una obra maestra de la literatura mexicana, uno de los libros más importantes que se han escrito en este país en los últimos años.

Si la justicia existe, en muy poco tiempo se hablará de él como en su momento se habló de “Pedro Páramo”, “La región más transparente” y “Las batallas en el desierto”.
Y el nombre de Fernanda Melchor, su autora, se volverá tan grande como el de Elena Garro, Rosario Castellanos y Elena Poniatowska.
De hecho, hay poderosos vasos comunicantes entre las carreras de Elenita y Fernanda ya que ambas vienen del periodismo, del contacto con el México real, del hacer ficción a partir de realidades.
¿Por qué le estoy diciendo esto? Porque hoy miércoles 1 de noviembre se estrena en Netflix la primera versión cinematográfica de esta joya de las letras en nuestro idioma.
¡Y qué cree! Es tan grande, tan hermosa y tan profunda como el libro.
Me da miedo que su distribución sea ésa porque a pesar de casos excepcionales como el de “Roma”, son muy raros los filmes que trascienden a partir del “streaming”.
Aquí de lo que se trata no es sólo de figurar en la lista de las diez películas más vistas de la semana. Se trata de trascender, de ir más allá.
“Temporada de huracanes” merece ser vista, amada y recordada como las mejores películas mexicanas basadas en libros fundamentales como “Macario”, “El lugar sin límites” y “Como agua para chocolate”.
Le suplico que se tome esto muy en serio y que aproveche estos días de reflexión para mirarla con la seriedad que este caso amerita.
“Temporada de huracanes” es una metáfora de lo que somos, de lo que ocultamos, de nuestra más íntima devastación.
El libro tiene una estructura prodigiosa, muy a la Guillermo Arriaga, pero el guion de Elisa Miller y Daniela Gómez también y uno, más que seguir una historia, va siguiendo personajes que acaban por completar un rompecabezas.
La película está dividida en “capítulos”. Cada uno con la historia y el punto de vista de un personaje. Todo, supuestamente, para esclarecer un crimen, pero la verdad es otra.
Ese crimen es sólo un pretexto para denunciar nuestras carencias, nuestros temores, nuestros secretos.
Sí, hay mucho de diversidad sexual, de personas trans y de homofobia, pero también hay mucho de transfeminicidios, de violencia de género y de abuso hacia las y los menores de edad.
El horror que vive cada uno de los personajes en esta película es tan impresionante que cuando uno lo está mirando, en lugar de pensar en eso, piensa en un ejercicio de realismo, de costumbrismo.
Y eso duele porque significa que hemos normalizado el odio, la violencia y la muerte. Eso duele hasta que la exquisita fotografía de María Secco catapulta aquello hasta convertirlo en una obra de arte.
Qué dirección tan increíble la de Elisa Miller y qué actuaciones tan más sublimes las de Edgar Treviño (la bruja), Andrés Cordaz (Luismi), Kat Rigoni (Norma), Guss Morales (Munra), Paloma Alvamar (Yesenia), Ernesto Meléndez (Brando) y Conchi León (Chiquis).
Aquí es cuando uno dice: quiero un cineclub para ponerme a discutir esto de principio a fin pero, tristemente, si me pongo en ese plan, en este momento, le voy a tener que contar detalles que le arruinarían la experiencia y no se trata de eso.
Mejor luche con todas sus fuerzas por ver ya, pero ya, “Temporada de huracanes” en Netflix. Le va a gustar. De veras que sí.