La nueva película de Godzilla resulta, hasta el momento, la mayor sorpresa del verano del cine. Con expectativas escasas, la producción encabezada por Gareth Edwards en la silla de director voló bajo el radar todo el tiempo, hasta hace un par de meses cuando salió a la luz el primer tráiler, y de ahí pa´rriba.
Con el antecedente desastroso de 1998, pocas personas esperábamos algo decente de esta producción, la cual apostó por una campaña de publicidad entre viral y de expectativa, donde sólo se mostraba al monstruo por algunos segundos en los videos y en los pósteres la imagen era de espaldas.
Esa campaña poco a poco nos recordó que Godzilla estaba cerca, y el resultado final es más parecido al espíritu de las películas japonesas de mediados del siglo pasado que a la de hace 16 años; se aprovechó que el monstruo es los suficientemente conocido para obviar su origen, aunque no por eso se evita una de las introducciones más largas para un blockbuster veraniego.
Sí, estamos hablando que el primer acto del filme consta de tres cuartos de hora, donde se desarrolla una trama más humana, presentando a sus protagonistas (salvo el grandote), que van de lo que consideraríamos normal a una situación totalmente extrema con la aparición de algo que podría destruir a la humanidad.
Suena bien, y más si se toma en cuenta que el reparto incluye a actores de la talla de Bryan Cranston, Ken Watanabe, Juliette Binoche, Sally Hawkins, David Strathairn, Elizabeth Olsen y Aaron Taylor-Johnson, (este último protagonista), pero…
Resulta raro que ante tanto talento no termine por cuajar. Por ejemplo, Watanabe tal vez esté en su papel con menos punch, mientras que Binoche y Cranston no tienen el suficiente tiempo para brillar en pantalla; en tanto el rol de Taylor-Johnson parece que se queda corto.
¿Eso significa un problema? No necesariamente, pues si volvemos a la premisa original, una película veraniega de desastre entonces lo más importante es la destrucción y efectos especiales ¿o no? Tal vez el valor y problema de Godzilla es que su mayor apuesta argumental sea la de una verdadera historia humana en lugar de ver cada cinco minutos al monstruo.
Se leemos las entrevistas de los protagonistas antes de la premiere caían en el lugar común de: “No es una película como las demás, es muy humana”. Algo que se usa habitualmente para vender, pero esta vez tienen razón, y gran parte de eso tiene que ver con su director.
Hasta antes de la semana pasada, el mayor trabajo de Gareth Edwards era Monstruos: zona infectada, película de bajo presupuesto recibida bien por la crítica y con buenos resultados en taquilla. Lo que le llamó la atención a Warner para darle el mega proyecto a Edwards fue su visión más aterrizada de historias de este tipo, es decir, no sólo poner explosiones, demoliciones y cosas de ese tipo en las dos horas de película.
Todo eso se ve en la primera parte de la película, que una vez superada, ahora sí, empieza la destrucción total de Estados Unidos, aunque esta vez no incluye a Nueva York, sino a la costa oeste de aquel país. En ese tiempo también hay pequeños detalles de cómo es que surgió la criatura gigante, se agradece que sean unos cuantos minutos en total, en lugar de una larga escena de origen.
Tardado sí, pero al fin, a la mitad de la película ya vemos a Godzilla en todo su esplendor, para luego perderlo de cuadro por otro buen rato, hasta que en el tercer acto ya de plano toma el protagonismo que merece el rey de los monstruos.
Críticos dirán que es poco tiempo en pantalla, pero sigue con la idea de causar expectativa para luego mostrar algo con adrenalina al máximo. Es menos de media hora de escenas del que debería ser el prota, pero en la original, de la década de los 50 sólo estuvo 15 minutos frente a la cámara, cierto, aquí se podría argumentar que por los efectos especiales la comparación no cabe, pero al final ese es el espíritu de la historia.
Por cierto, esos efectos especiales sí son buenos, pero no en 3D que de nueva cuenta son excusa para exprimir la cartera del cinéfilo; donde sí vale la pena es en IMAX ya que da una perspectiva más acá de la criatura que mide lo que un rasca cielos.
Si lo que quiere ver es una película de destrucción como se vende, entonces no importa mucho si llega unos minutos tarde, lo impactante viene en la segunda mitad cuando todo explota, y la batalla final es lo que vale la pena tanto técnico como para aficionados que reconocerán características del Godzilla nipón, donde por cierto éste es el héroe que salva a la humanidad.