Sabemos bien que en México los apoyos por parte del gobierno federal para hacer frente a la pandemia del Covid19 han sido casi nulos. De hecho la recuperación económica que ahora sentimos está sustentada en dos pilares: las exportaciones a los Estados Unidos y la recepción de remesas enviadas desde Estados Unidos.
A diferencia de otros países, el gobierno federal mexicano ha hecho muy poco para que la economía nacional se recupere y lo que vamos avanzando este año es gracias a los empresarios y a lo que los migrantes envían a sus familias. La realidad es que no se sabe si la omisión de México fue por falta de recursos para hacerlo o porque
al gobierno federal simplemente no le importa la economía nacional. No obstante, la situación fiscal del país se sigue deteriorando con una deuda pública que no deja de crecer.
La SHCP dio a conocer los saldos de la deuda del sector público federal al 31 de mayo: el saldo total fue de fue de 12.310 billones de pesos. Pese al discurso oficial de que no se ha endeudado al país, la realidad es que en lo que va de la presente administración, la deuda interna ha aumentado en 1.149 billones de pesos, mientras que la externa creció en 26.127 mmdd, ambos conceptos suman un aumento de 14.1%.
Esto implica un ritmo equivalente a mil 731 mdp adicionales al día, en promedio. Esta es una tasa de endeudamiento escandalosa y es superior a la observada durante el sexenio pasado de mil 425 millones de pesos diarios.
El crecimiento de la deuda del sector público en México se debe a que en 2019 el déficit presupuestario fue de 1.6% del PIB, mientras que en 2020 fue de 3.5% del PIB y se espera que este año llegue a 2.8% del PIB. Este desequilibrio se debe esencialmente a que dejamos de tener superávit primario por lo que ahora el sector público federal se endeuda para cubrir el pago de intereses de la deuda.
Este elevado peso de la deuda respecto de los ingresos del sector público es peligroso, sobre todo, en un contexto de alza en las tasas de interés. Queda claro que la situación fiscal de México está más comprometida, aunque tenga una deuda más pequeña en relación al tamaño del PIB.
Para el 2022 el gobierno federal mexicano estima en los Precriterios Generales de Política Económica que la tasa de interés promedio será de 4.0% y que el costo financiero de la deuda será de 761.981 mmdp, pero la realidad es que la tasa de interés estará en alrededor de 4.75%, por lo que el costo financiero podría ser cercano a los 800 mmdp.
Este dato es muy relevante porque implica más presión a las finanzas públicas y que se destinen menos recursos para aspectos prioritarios como el desarrollo de inversión física directa.
Hasta ahora las calificadoras de riesgo han valorado el esfuerzo del sector público federal de mantener “finanzas públicas sanas” y dar certeza respecto de la capacidad de pago de los compromisos financieros, pero las perspectivas para el mediano plazo son negativas. Muestra de ello es que el pasado 16 de junio la calificadora de riesgo crediticio S&P Global Ratings informó que ratificó las notas de riesgo crediticio de México de “BBB” en moneda extranjera y de “BBB+” en moneda local, pero a ambas las puso con perspectiva “negativa”.
Esto significa que existe la posibilidad de una baja de calificación durante el próximo año, debido a un perfil fiscal potencialmente más débil, dados los riesgos provenientes en las finanzas, principalmente de Pemex.
@alejandrogomezt