Por: Erick Serna Luna
Ilustración: José María Martínez, cortesía de Nexos
Pareciera ser que una vez caído el tren se ha tapado el pozo, pues se ha modelado la agenda pública en torno a lo acontecido el 3 de mayo de tal modo que se destaca la atención y solución de los problemas con los que se caracterizó a esta tragedia: el de movilidad, el de las reparaciones, el de la atención a las víctimas y el administrativo. Sin embargo, a pesar de que se insiste en que será la Fiscalía General la encargada de la investigación judicial, no ha habido ninguna persona responsable por las negligencias técnicas y políticas que están en los cimientos de la dorada tragedia de la Línea 12. Lo más grave del asunto es que parece que el suceso se perderá en los intrincados laberintos de la burocracia y terminará por entrar al túnel del olvido de la memoria colectiva. Caerá en ese lugar en donde yacen otros sucesos en los que se tienen pruebas sobre las negligencias, la corrupción y la responsabilidad gubernamental como la matanza de estudiantes del 68, el Halconazo del 71, la matanza de Aguas Blancas, la matanza de Acteal, el incendio de la guardería ABC y la desaparición de estudiantes de Ayotzinapa.