Por: María de Ibarrola
Ilustración: Kathia Recio, cortesía de Nexos
Una riquísima posibilidad de conocimiento a fondo de los libros de texto lo ofrece el catálogo nacional en el que es posible, literalmente, ojear y hojear el contenido de todos y cada uno de los que han sido aprobados por la Conaliteg. Lo que es claro, después de revisar los cientos de títulos que ahora se incluyen en dicho catálogo, es que a lo largo de las décadas transcurridas del “libro de texto único” ha habido experiencias muy enriquecedoras para su elaboración. Las mejores recuperan la participación conjunta de los maestros y de los expertos en las disciplinas y en su enseñanza; la selección de los contenidos sin descuidar ni los avances de la ciencia, ni la pedagogía de cada disciplina, según el grado, la edad de los niños y la continuidad y profundización de la enseñanza en el transcurso del ahora ciclo básico; la integración del texto completo por grado; la consistencia entre el texto escrito y las ilustraciones, y tal vez lo más importante: los tiempos y espacios para la experimentación de la viabilidad de las actividades propuestas y de la eficiencia en la comprensión y el aprendizaje de los contenidos.