Por: José Antonio de la Peña
Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos
Los métodos actuales se parecen tanto, en ocasiones, a los de la Edad Media: el médico griego Hipócrates —pionero de la práctica de la observación clínica— creía que el catarro era causado por una acumulación de desperdicios en el cerebro (y no había redes sociales en esa época). Desde entonces, la sopa de pollo es aclamada como tratamiento contra el catarro (se sabe que el médico árabe Moisés Maimónides la describió como “un alimento y una medicina excelente”). De hecho, no estaba lejos de la verdad: estudios modernos han demostrado que el pollo contiene el aminoácido cisteína, que tiene propiedades descongestionantes. De manera que algunos tratamientos medievales fueron valiosos sin querer. En la Edad Media, algunos cristianos creían que el alma podía dejar al cuerpo durante el estornudo, así que a quienes sufrían de catarro se les exhortaba a cubrirse la boca, una costumbre que habría prevenido la diseminación de los virus.
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