Por: Guillermo Fadanelli
Ilustración: Kathia Recio, cortesía de Nexos
El libre albedrío fue el problema filosófico más profundo y evidente que se revela en la mayoría de sus obras. El libre albedrío da lugar a la existencia del bien y del mal y, por lo tanto, a la culpa o arrepentimiento, a la duda moral, tal como lo observamos en la que ha resultado ser su novela más célebre, Crimen y castigo. La libertad impide la felicidad, puesto que de existir el libre albedrío uno tendría que elegir responsablemente y hacerse cargo incluso de los accidentes del azar; clausura también el paraíso terrenal y sabe que la razón o la verdad no impedirán el sufrimiento, el descalabro moral, la penuria que alcanza a todo ruso, a todo ser humano que se valga del raciocinio para creer que puede cimbrar o edificar una vida feliz. Ya en Memorias del subsuelo (1864), Dostoievski escribió: “Las leyes de la naturaleza me han hecho más infeliz que cualquier otra cosa en la vida”.