Ciudad de México /
Por: Ángeles Mastretta
Ilustración: Gonzalo Tassier, cortesía de Nexos
Italia, el país que hace sonar el bronce con su nombre en mi oído, se apareció como un encanto. Llevaba días haciéndome análisis pre y postmodernos porque había dado en tener un dolor que parecía mordida de tiburón en mitad de la noche, alarido de brujas al mediodía. Una dolencia imprecisa y voluble atacando de modo tan inmisericorde que la patria y sus malestares dejaron de pasar por mi cabeza. Quedaban lejos las voces a favor y en contra de lo que sucede. Y la culpa de no hacer nada pasó a último lugar.