Es un día caluroso, me encuentro en Bistrot Lepic, un elegante restaurante y bar de vinos enclavado en medio de las tiendas de antigüedades y cuadros de Georgetown. Estoy a punto de conocer a Stanley Fischer, la encarnación del líder mundial de la vieja escuela.
En su carrera de casi cinco décadas, Fischer podría afirmar que es uno de los padrinos de la política económica moderna. Fue Fischer quien ayudó a establecer la dirección de la práctica de banca central cuando era un académico en la década de 1970, y, después, como primer subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), jugó un papel de liderazgo en la crisis de Asia y Rusia a finales de la década de 1990.
Fischer era el número dos, después de la saliente presidenta Janet Yellen en la Reserva Federal de Estados Unidos (EU). Tras encabezar un esfuerzo mundial para fortalecer la regulación financiera después de la crisis, los políticos de EU tratan de revertir eso, algo que Fischer describe sin rodeos como “extremadamente peligroso y extremadamente miope”. El papel de EU como garante de organizaciones globales como el FMI ya no puede darse por sentado. “Tenía una imagen de la economía mundial en la que EU era un ancla, no una fuente de volatilidad”, dice.
Fischer eligió a Bistrot Lepic porque él y su esposa son clientes habituales; trato de convencerlo para que tome una copa de vino. Se niega,y hace un seco comentario de que no necesita “estimulantes artificiales” para desahogarse.
Fischer tiene doble nacionalidad, israelí y estadounidense, y ha tenido una gran variedad de pasaportes, incluido el del estado ahora extinto de Rhodesia y, brevemente, el del Reino Unido cuando fue estudiante. La influencia de Gran Bretaña ocupó un lugar preponderante. “Soy un producto del imperio británico, no hay ninguna duda”, dice.
Fue el hermano de un amigo, quien introdujo a Fischer a la obra de John Maynard Keynes. Él todavía era un adolescente, recuerda, bebiendo sorbos de agua mientras yo lentamente tomo mi tazón de gazpacho. “Prácticamente fue el primer libro que leí de economía: The General Theory.
No entendí nada”. Decidió corregir eso mudándose a Londres para estudiar, comenzando una carrera en economía que se convirtió en una de las más celebradas de finales del siglo XX.
Hace unos meses el Departamento del Tesoro de EU presentó un documento en donde se proponen las formas de flexibilizar los estándares de capital que sustentan a los bancos. El sistema político de EU “podría llevarnos en una dirección muy peligrosa”, dice.
“Pasaron casi 80 años después de la década de 1930 para tener otra crisis financiera que pudiera ser de esa magnitud. Y ahora, después de 10 años, todos quieren regresar al status quo que había antes de la gran crisis financiera. Y creo que eso es realmente peligroso.
Señaló que incluso si el Tesoro quiere flexibilizar la regulación, la Fed conserva una enorme discreción sobre la forma como supervisa los megabancos. “El Congreso está muy involucrado y la presión ahora está en flexibilizar. Estoy de acuerdo con la presión para ser más flexibles con los bancos pequeños. Pero la presión que me temo que viene de ser menos estricto con los grandes bancos es la que me parece muy peligrosa”.
Fischer come trucha al sartén. Yo me decidí por la gallina de Cornualles. Le pregunto sobre la agitación política en el Reino Unido, y Fischer dice que la opinión entre los economistas se inclina a que el Brexit dañará a la economía de Gran Bretaña.
Después de dejar el mundo académico, Fischer pasó a ser el encargado de hacer cumplir el orden económico liberal que ahora corre el riesgo de disolverse, ocupando el cargo de economista jefe del Banco Mundial, primer subdirector gerente del FMI, vicepresidente del Citigroup y gobernador del Banco de Israel.
Cuando quedó claro que Fischer iría a la Reserva Federal de EU en 2014, el personal en ese país se preparó para la llegada de un semidiós de la banca central.
Janet Yellen y su exadjunto de línea sí tuvieron desacuerdos. “A pesar de que parece una abuelita, es mucho más dura”, dice de Yellen, y la describe como “tenaz en el buen sentido”. En la actualidad, la política de tasas de interés de la Fed está en el aire debido a las cifras de inflación inexorablemente débiles. Fischer reconoció que hay divisiones dentro de la Fed sobre cómo se debe responder.
En cuanto al propio Fischer, su mandato finalizó pero su gestión en la junta de gobernadores expira en dos años. Con su salida se evidenció el desvanecimiento de un viejo régimen. Para la Fed, el calor político será implacable y eso le corresponde a Jerome Powell, el nuevo presidente de la Fed.