Travis Kalanick, director ejecutivo de Uber, inició esta semana una investigación por las denuncias de sexismo en la empresa de transporte. En cuestión de días, una ola de usuarios abandonaron la aplicación como forma de protesta por el trato que le dan a las mujeres desarrolladoras.
La revelación que sacudió a Kalanick, Uber y la industria de tecnología, llegó por parte de Susan Fowler, una ingeniera de confiabilidad de sitio de 25 años de edad que trabajó en la compañía poco más de un año. La ingeniera escribió una entrada en su blog personal que simplemente llamó: “Reflexionando sobre un año muy, muy extraño en Uber”.
Fowler detalló en casi 3,000 palabras, cada supuesto incidente de sexismo por parte de sus superiores. Se compartió en Twitter poco menos de 22,000 veces. Según su relato, el departamento de recursos humanos de Uber se negó a realizar acciones disciplinarias en contra de su gerente cuando se le insinuó en su primer día, a pesar de que ya había acosado a otras mujeres. Ella describe que le dijeron que algo así de “personal” podría impedir su ascenso a pesar de tener un desempeño perfecto.
“Sentí mucha tristeza, pero no puedo evitar reír sobre lo ridículo que era todo. Una experiencia muy rara. Un año muy raro”, así lo resumió.
Fowler es una ingeniera de Stanford y Pennsylvania, y ya escribió un libro de texto: Production-ready Microservices (Micro servicios listos para la producción). Ahora trabaja en Stripe, una startup de pagos, y se llevó con ella su experiencia en arquitectura de software y confiabilidad de sitio. Al describirse como “autora, editora, ingeniera” en LinkedIn, tiene títulos en física y filosofía, al igual que en informática. Su lectura intensiva -dirige su propio club de libros de ciencia por suscripción- se muestra en su forma de escribir.
Sysamone Phaphon, fundadora y directora ejecutiva de FilmHero, una aplicación para cineastas, dijo que la publicación de Fowler hizo que todas las mujeres en su espacio de trabajo hablaran sobre sus experiencias. “Apoyamos a Susan Fowler, definitivamente la apoyamos”. Phaphon temía que Fowler podría sufrir represalias: “Cuando leí su publicación, tuve una mezcla de sentimientos. El primero fue ‘vaya, alguien en realidad lo dice en voz alta, lo saca a la luz para que todo el mundo sepa a lo que nos enfrentamos’. Al mismo tiempo me preocupé por ella”.
Fowler parece agradecida más que temerosa. “Me siento honrada y agradecida por todo el gran apoyo que recibí el día de hoy. Guau”, tuiteó. No parece desanimarse fácilmente: en lo que va del año comenzó un nuevo trabajo, fundió Susan’s Book Club, se prepara para lanzar una revista y se casó con Chad Rigetti, quien maneja una startup de computación cuántica.
El debate sobre la diversidad en la tecnología reinició, luego de que había estado en silencio desde otro caso de discriminación en Silicon Valley. En 2015, Ellen Pao, una ex socia de la firma de capital de riesgo Kleiner Perkins Caufield & Byers, demandó a la firma, alegó que injustamente no la tomaron en cuenta para las promociones y fue sujeta a insinuaciones sexuales no solicitadas. Pao perdió el caso, en lo que describe como un “proceso defectuoso”, y perdió la apelación sobre lo que dijo fueron motivos financieros.
Fowler trata de ganar en el tribunal de la opinión pública, tener control de la información y sin nada obvio que ganar. Pao, quien ayudó a fundar Project Include para aumentar la diversidad en las empresas de tecnología, dijo que la respuesta a Fowler refleja un cambio de actitud. “Es estupendo ver que la gente tiene una respuesta tan positiva”, dijo. “Tal vez la primera historia no surtió efecto, tal vez la segunda no surtió efecto, pero ella compartió una serie de hechos muy detallados, reflexivos y cuidadosamente articulados”.
Uber no es la única empresa de tecnología con esos problemas: un estudio encontró que 60% de las mujeres en el sector de tecnología sufrió de insinuaciones sexuales no solicitadas, y 60% de las que reportaron acoso sexual no quedaron satisfechas con la respuesta de la compañía.
Las mujeres empleadas se reunieron el jueves con Kalanick, y una de ellas dijo que había un “problema sistémico” de sexismo en Uber. Cuando en una entrevista le preguntaron sobre el atractivo de su personal, la esquivó con una broma sobre una aplicación de mujeres por encargo: “Sí, lo llamamos ‘Boob-er’”.
Mitch y Freada Kapor, quienes son de los primeros inversionstas, escribieron esta semana que durante años trataron de cambiar la “cultura destructiva” de Uber.
La empresa ya estaba inmersa en una tormenta mediática: activistas afirmaron que trató de aprovecharse de una huelga de taxistas de Nueva York en solidaridad con los inmigrantes a los que afectó la prohibición de viaje que emitió el presidente Donald Trump, y los críticos se fueron sobre Kalanick por aceptar ser asesor de Trump (más tarde renunció).
La gente utilizó el hashtag #deleteuber (#borraruber) en protesta. El blog de Fowler se convirtió en otra razón para que la gente abandonara Uber, que se movió rápidamente: envió un comunicado para los que trataban de salir de la aplicación donde les decía que la prioridad número uno de la compañía era crear un lugar de trabajo justo.
Después de la postura de Fowler, los líderes de tecnología se sienten optimistas de que puede venir un cambio. Allison Esposito, fundadora de Tech Ladies, dijo: “Me emocionó que Uber y otras empresas reconozcan que si no pueden tratar bien a las mujeres, eso puede perjudicar sus resultados”.