Aunque las exportaciones agrícolas de Brasil y Argentina hacia Estados Unidos son poco relevantes, el sector agroalimentario de ambos países sudamericanos sigue con atención las amenazas proteccionistas de Donald Trump.
¿La razón? Si el conflicto entre México y Estados Unidos (EU) terminara por escalar y el gobierno de Enrique Peña Nieto impusiera entre sus represalias el restablecimiento de aranceles a las importaciones de granos y productos agrícolas estadounidenses, a Brasil y Argentina se le abrirían las puertas de un mercado millonario. Solo las importaciones de maíz amarillo, soya y trigo provenientes de EU sumaron 4,304.7 millones de dólares (mdd) el año pasado.
Históricamente, México dio la espalda a los complejos agroalimentarios de Brasil y Argentina, ambos muy competitivos a nivel global.
El motivo no tiene secretos: si bien los granos sudamericanos gozan de cupos que no pagan arancel para ingresar a México, los mayores costos del flete hacen que los productos importados desde EU tengan una ventaja competitiva imposible de descontar. Esas diferencias se reflejan con claridad en el maíz amarillo. Los costos en origen son similares, pero mientras el costo de flete para un embarque desde EU asciende a 16 dólares por tonelada, el de Brasil alcanza a 24 dólares y el de Argentina, a 30 dólares, según un estudio de Grupo Consultor en Mercados Agrícolas (GCMA) con datos a fines de marzo pasado.
Alrededor de 60% de los despachos estadounidenses de maíz y buena parte de los de soja se hacen por ferrocarril. Eso reduce los costos de transporte frente a los envíos que se hacen por barco desde Sudamérica.
Con eso, el precio del maíz importado de EU es de 196 dólares, por debajo de los 208 dólares de Brasil y los 211 dólares de Argentina. Esa brecha hace que casi la totalidad de las importaciones de maíz amarillo provenga de EU. El monto alcanzó el año pasado a 2,326.6 mdd, 10.3% más que en 2015, según la Secretaría de Economía de México. En cambio, la participación sudamericana en esas importaciones es marginal: de las casi 13 millones de toneladas compradas al exterior el año pasado, México adquirió apenas 97,000 toneladas desde Argentina y 54,400 desde Brasil.
Mirada al sur
No obstante, ese contexto podría tener un giro radical si se concretara un cambio brusco en las condiciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Sin ese tratado en vigencia, las importaciones agrícolas estadounidenses bajo las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) enfrentarían un arancel consolidado del 194%. “En ese caso, la producción de Argentina y Brasil volvería a ser muy competitiva”, dice Martín Piñeiro, director de la consultora especializada en el sector agropecuario Grupo CEO, en Buenos Aires.
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Por lo pronto, los dos países sudamericanos estarían en condiciones de abastecer una mayor demanda mexicana. Los niveles de producción de maíz están en franco ascenso. En Brasil, tercer productor mundial de maíz, la firma Agroconsult estima una producción para la actual temporada de 94.9 millones de toneladas, un alza de 32.2% frente al ciclo 2015/2016. En tanto, en Argentina, quinto productor mundial, la cosecha 2016/17 alcanzaría a las 38 millones de toneladas, 26% más que en la temporada anterior.
El mismo escenario se repite con la soya, cultivo del que México es el segundo importador mundial después de China. El año pasado las compras externas a EU ascendieron a 1,454 mdd. Si bien el costo en origen es menor en Argentina y Brasil que en Estados Unidos, las diferencias en el transporte hacen que el grueso de las importaciones de la soya provenga del vecino del norte. Mientras el valor de la soya importada desde Argentina y Brasil asciende a 419 por tonelada, la que llega desde EU tiene un precio de 417 dólares, según GCMA.
También en la soya, en el caso que la demanda crezca, Sudamérica tendría disponibilidad suficiente como para atender el mercado mexicano. Detrás de Estados Unidos, Brasil y Argentina ocupan el segundo y tercer puesto en el ranking mundial de productores. Con 111 millones de toneladas, Brasil alcanzaría una cosecha récord en la temporada 2016/2017. “Se trata de una cosecha espectacular de soja, lo que confirma las expectativas sobre un alza en el nivel de productividad de los cultivos brasileños”, dice André Pessôa, director de Agroconsult, en Sao Paulo.
El contexto del trigo es similar. También en ese rubro buena parte de las importaciones -necesarias para cubrir más de la mitad de la demanda interna- corresponden a EU. Las compras a ese país ascendieron el año pasado a 524.1 mdd. El costo del flete marítimo desde Argentina alcanza 30 dólares, el doble que lo requerido para transportar el trigo desde Estados Unidos. Con eso, el precio del trigo importado de Argentina asciende a 243 dólares por tonelada, muy por encima de los 213 dólares que se paga por el trigo de alto rendimiento proveniente del oriente de EU.
Al igual que en maíz y soya, la producción de trigo sudamericana está en alza. De hecho, en Argentina la producción de trigo en la campaña 2016/2017 se convirtió en la más grande en la historia del país. Luego de la eliminación de los impuestos a las exportaciones que pesaban sobre ese cultivo, la cosecha alcanzó a 18.3 millones de toneladas, un incremento de 67.8% con relación al período de 2015/2016.
Brasil y Argentina se encaminan a tener cosechas récords de granos este año, y esa mayor producción podría coincidir con un incremento de la demanda desde México. Por ahora, la alternativa de echar mano a las importaciones agrícolas desde Sudamérica solo es utilizada por el gobierno mexicano como una herramienta de presión antes de sentarse a la mesa de discusiones con la administración Trump. Pero, según cuál sea el rumbo que tomen las negociaciones por el TLCAN, esa amenaza podría convertirse más temprano que tarde en una opción concreta.