Más Negocios

Más energía para los negocios

Hay dinero en juego y oportunidades para las Pymes, inversionistas mexicanos y extranjeros en el sector eléctrico

Instalar centrales eléctricas pequeñas y medianas para autoabastecerse; vender la electricidad sobrante en los mercados “spot” y de mayoreo; participar en la construcción y mantenimiento de redes de distribución, son algunas posibilidades de negocio que la apertura del sector eléctrico brinda a las pymes y a los inversionistas mexicanos y extranjeros.

Aunque ambas son parte de la gran reforma energética de México, no hay comparación entre el negocio petrolero y el de la electricidad. La apertura en materia de hidrocarburos es el espacio para un pequeño grupo de petroleras y constructoras internacionales, como se vio en la Ronda Uno. En cambio, el sector de la electricidad es más generoso y está abierto a otros intereses, aunque no tengan demasiado capital o experiencia en la industria. No será sorpresa que decenas de empresas participen en los nichos de negocio que se van a abrir con el paso de los meses.

Las diferencias con el negocio petrolero es que la explotación de los hidrocarburos puede asimilarse a un negocio minero y extractivo, donde el petróleo se busca, extrae y comercializa al mejor precio y se puede almacenar. La electricidad es un servicio público estratégico, donde el usuario final está en el otro extremo del cable, la electricidad se genera diario en función de la demanda.

Algunas plantas están cerca de los consumidores y otras lejos, de manera que los coordinadores del sistema –la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y el CENACE-, balancean y envían las cargas por las redes de alta y baja tensión, desde donde se produce hasta donde se consume. Si no lo hacen bien algunos barrios o ciudades sufrirán apagones. No es trabajo sencillo. Al 31 de diciembre de 2014 el sistema nacional tenía 879 mil 692 km de líneas de transmisión y distribución, de los cuales 12.7% corresponden a alta tensión y el restante 87.3% a media y baja tensión, es decir el servicio de menudeo.

Para que el servicio sea eficiente y costeable las plantas, sean solares, eólicas, nucleares, hidroeléctricas, de gas o de carbón, tienen que entrar y salir, encenderse y apagarse según sean las necesidades. En un día nublado o sin viento, por ejemplo, las plantas convencionales tendrán que trabajar más, aunque su operación resulte más costosa. En la actualidad, la CFE cobra las mismas tarifas sin importar que la electricidad sea producida en una hidroeléctrica o en una de ciclo combinado, pero con la apertura comercial las cosas van a cambiar. En el futuro un usuario industrial podría demandar sólo energías “verdes”, por ejemplo, y hacer contratos bilaterales con comercializadores que le garanticen fuentes limpias y renovables. En cuestión de tres o cuatro años, cuando lleguen más competidores, el servicio eléctrico será muy diferente, y casi seguro más barato y eficiente. Entonces será posible negociar libremente las tarifas, en lugar de aceptar las que por decreto cobra la CFE.

Las reglas del nuevo juego

Hace unos días y como parte del calendario de apertura del sector eléctrico, la Secretaría de Energía publicó el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (PRODESEN), un manual que contiene las reglas y procedimientos con los que se ordenará y administrará la generación, el transporte y la distribución de la electricidad en el nuevo esquema de competencia. Las compañías que ya tienen sus propias plantas generadoras y operan bajo el modelo de cogeneración, podrán autoabastecerse como hasta ahora, pero los nuevos interesados deberán sujetarse a las reglas de los generadores y usuarios calificados.

El PRODESEN determinó para el ciclo 2015-2029 inversiones por 62 mil 271 millones de dólares (mdd). Ya se lanzaron las licitaciones para construir cuatro centrales eléctricas en Michoacán, Baja California Sur, San Luis Potosí y Oaxaca equivalentes a una inversión de 2 mil 111 mdd.

El PRODESEN establece tres actividades básicas:

1. La instalación, mantenimiento, operación y retiro de centrales eléctricas para mantener una capacidad de generación que satisfaga la demanda. Este es un segmento en el que pueden participar contratistas medianos y grandes pues se requiere más capital y tecnología.

2. La ampliación y modernización de la Red Nacional de Transmisión y de las Redes Generales de Distribución, que son las “carreteras” y “caminos” por los que transita el fluido y donde serán bienvenidos los inversionistas y operadores con menos capital. Ya se han publicado licitaciones para la construcción de redes de baja tensión y la instalación de 1.2 millones de medidores digitales en nueve estados de la república. Con esto se podrán ‘desenredar’ las redes en los barrios y las colonias, y eliminar las pérdidas por el robo de energía a través de conexiones clandestinas.

3. La construcción de un mercado eléctrico mayorista “integrado por los generadores, suministradores, comercializadores y usuarios calificados que participarán en igualdad de condiciones”; estos agentes podrán establecer contratos entre sí y deberán compartir sin discriminaciones las redes y la infraestructura.

Guillermo Chávez Canales, gerente del área de Infraestructura y Energía de la consultora PriceWaterhouse Coopers (PwC), tiene una perspectiva optimista de la apertura del sector, y asegura que en un par de años, cuando se haya implementado la estructura administrativa y comercial, se verán importantes cambios en la forma de generar, conducir y comercializar el fluido eléctrico. El esquema incluye un mercado de mayoreo, la comercialización de los Certificados de Energía Limpia, la existencia de subastas y un mercado “spot” para cubrir necesidades de corto plazo, y la participación de inversionistas tanto en la generación de electricidad como en el transporte y distribución al menudeo. Muchas inversiones se realizarán con el formato de Asociación Público-Privada (APP), y otras a partir de licitaciones y proyectos asociados o no con la CFE.

La apertura permitirá reducir el costo de producir y entregar la electricidad, y por ende las tarifas que pagan los consumidores. Esto, porque la demanda está asegurada y ha venido creciendo, y porque las empresas privadas podrán aprovechar sinergias y conseguir ventajas frente a CFE; aunque ha sido convertida en empresa productiva del Estado, deberá cargar con centrales desactualizadas y con un contrato colectivo de trabajo mucho más oneroso que sus competidores. Como negocio, dicen, la electricidad será tan buena como la telefonía, incluso mejor.

La SENER asegura que de 2004 a 2014, la industria eléctrica creció a una tasa anual promedio de 5.1%, es decir más del doble del PIB, que se calcula en 2.4%. El sector está en movimiento y las inversiones tendrán un retorno de corto y mediano plazo.

Espacio para nuevos negocios

Chávez, de PwC dice que a partir de 2018 habrá, además de la CFE, nuevos prestadores de servicios. Las cosas irán más rápido en el llamado ‘servicio calificado’, donde participan grandes usuarios pueden sumar sus cargas y representar grandes volúmenes. Podrán generar su propia energía los conjuntos habitacionales y las torres de viviendas, oficinas y corporativos, en un esquema identificado como ‘generación distribuida’.

Por ejemplo, un supermercado podría cubrir sus techos con paneles fotovoltaicos, generar más electricidad de la que consume y enviar al mercado el excedente, que es energía limpia y por eso, pagar menos.

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