Anteriormente he enumerado una serie de “fallas del mercado”, por las que muchos servicios en línea están protegidos de la presión de la competencia, o por las que la competencia en estos sectores no producirá los buenos resultados sociales que se pronosticaron en los modelos económicos más sencillos. También he hecho mención de los factores externos de la red, las economías de escala, las de alcance (es decir, cómo se recopilan los datos a través de un producto para crear ventajas comerciales sobre los competidores en otro mercado), así como la adicción a algunos productos.
¿Qué tipo de daño económico provocan estas fallas del mercado? Primero, la consecuencia clásica de una competencia insuficiente: la extracción de la “renta económica”, utilidades superiores a lo necesario para, en primer lugar, fomentar el producto o servicio que se ofrece.
La renta económica es la razón principal por la que los gigantes de internet son tan valiosos, pues o disfrutan de utilidades más allá de cualquier proporción a su costo, o los inversionistas esperan que eso ocurra en el futuro.
La otra cara de la renta económica casi siempre es una ineficiencia. Es una señal casi segura de un poder monopólico y la falta de competencia con precios altos y mala calidad.
Algunos afirman que cuando los consumidores obtienen gratis sus productos, no puede haber un problema de comportamiento anticompetitivo. Sin embargo, algunas empresas de internet, como las plataformas para poner en contacto a los usuarios, no ofrecen sus productos de forma gratuita; consideremos las comisiones que cobra Uber o Airbnb.
En cualquier caso, no son solo los precios lo que debemos observar, sino las ganancias. Dicho de otra forma, no escudriñe en las búsquedas gratuitas de Google o en los perfiles de Facebook, sino en los precios que determinan la cantidad de dinero que realmente ganan los Google y Facebook del mundo: lo que cobran por su publicidad y lo que pagan por su materia prima, es decir, los datos de comportamiento.
A estas empresas les va bien porque su dominio del mercado les permite cobrar más por lo primero y no pagar nada por lo segundo. Una verdadera competencia cambiaría esto.
A los defensores de la industria les gusta argumentar que, dado que un nuevo producto puede aparecer en cualquier momento, los gigantes digitales viven bajo constante amenaza competitiva, aunque no lo parezca. Pero como lo he explicado antes, este es un reclamo débil.
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La extracción de la renta económica y la ineficiencia que la acompaña es un problema tan antiguo como los mercados mismos. Pero hay características específicas de la economía digital que exacerban sus efectos nocivos.
En primer lugar, la naturaleza intangible de los servicios de internet hace que para ellos sea particularmente fácil evitar los pagos de impuestos mediante los saltos de jurisdicción, la primera prioridad política en la presencia de rentas económicas.
En segundo lugar, la recopilación de datos sin precedente va de la mano con la provisión de servicios en línea, que tiene varias consecuencias destacadas que se combinan para agravar el problema económico de la extracción de la renta. Facilita la discriminación de precios en un nivel individual: cuanto más sepa acerca de sus clientes, mejor podrá establecer un precio que capture casi todos los beneficios del servicio.
La adicción, cuando está presente, solo empeora esto. Además, el hecho de que dicha información sea útil para la distribución y comercialización en general, permite a las empresas de internet instalarse en una amplia gama de industrias tradicionales, y de esta forma extraer los excedentes económicos de ellas. (¡Nosotros en los medios somos solo uno de muchos sectores que sentimos este piquete!).
Y, por último, la otra cara de la cada vez menor necesidad de empleados humanos, en relación con el valor que capturan, lo cual significa que muy pocos de los retornos a la inversión se tienen que disipar para pagar por el trabajo.
Combine todos estos fenómenos y obtendrá una tendencia a exacerbar un cambio en los ingresos, desde el laboral hasta el de capital, y una desigualdad más intensa de los ingresos laborales. Los dos están en el corazón de los cambios económicos que produjeron levantamientos populistas en muchos países ricos desde la década de 1980.
En este pequeño estudio sobre los daños económicos a causa del poder del mercado en la economía digital, ni siquiera tocamos las preocupaciones que más se comentan: el uso de internet para la manipulación o el efecto sistémico de las empresas digitales sobre el funcionamiento de nuestras sociedades. Mi punto aquí es simplemente que, incluso si se consideran solo los daños económicos bastante tradicionales, existen problemas profundos que se tienen que solucionar.