Los críticos nacionales de Donald Trump a menudo lo comparan con un jefe de la mafia. James Comey, a quien Trump despidió como jefe del FBI, dijo que tratar con el presidente de Estados Unidos (EU) le recordó su empleo anterior “como fiscal contra la mafia”.
El presidente estadounidense hizo su carrera en el sector de la construcción en Nueva York y en los casinos de Nueva Jersey, lo que puede explicar por qué sus gestos parecen extrañamente familiares para los aficionados de El padrino (The Godfather) o Los Soprano (The Sopranos).
Pero esto no se trata solo de un estilo. La forma en que el presidente conduce la política exterior también parece salida de la mafia. Hay un especial énfasis en las relaciones personales entre jefes; la sensación de que solo confía plenamente en los miembros de su propia familia; la disposición de cambiar repentinamente de las palabras cálidas a las amenazas y viceversa; la tendencia a tratar las alianzas como una forma de estafa de protección: pagas o dejaremos de proteger el vecindario; la preferencia por la oferta que no puedes rechazar, en lugar de una auténtica negociación.
Los asesores de Trump descartan las comparaciones entre el presidente y un mafioso, por ser fáciles e insultantes. Pero probablemente aceptarían que el objetivo de Trump de “volver a hacer grande a EU” también implica hacer que el país vuelva a asustar, o en el lenguaje de Washington, “restaurar la disuasión”.
La teoría es que el anterior presidente, Barack Obama, era demasiado profesional y razonable. Los jefes de las familias rivales, la mafia Putin en Moscú y la familia Xi en Beijing, sintieron la debilidad de su administración y comenzaron a tomarse libertades. Así que EU necesitaba un hombre rudo como presidente; alguien dispuesto a agitar el bate de béisbol.
La tribu de Trump piensa que estas tácticas funcionan. Tomemos como ejemplo la disputa de hace dos semanas con México. Furioso por el flujo de refugiados que cruza sin documentos la frontera sur de EU, El presidente amenazó con imponer aranceles a su vecino. Eso hizo que los funcionarios mexicanos se movieran rápidamente para tranquilizar al Don, al comprometerse a desplegar más fuerzas de seguridad en su propia frontera sur y procesar a más solicitantes de asilo dentro de México.
La Casa Blanca emplea tácticas similares con China. Meng Wanzhou, la directora financiera de Huawei, fue arrestada en Canadá por presuntamente violar las sanciones de EU a Irán, un ejemplo sorprendente del alcance extraterritorial estadunidense.
Ahora, EU bloquea la transferencia de tecnología a Huawei. Las compañías extranjeras que utilizan tecnología estadunidense, como el fabricante británico de chips Arm, tienen que alinearse.
La administración de Trump cree que el papel central de EU en la economía global le brinda una variedad única de herramientas coercitivas que el país apenas empieza a explotar.
Las compañías extranjeras que violan las sanciones pueden recibir multas de miles de millones de dólares. Los empresarios pueden ser blanco de arrestos o quedarse sin acceso al país. Evitarlo es muy difícil, debido al tamaño de su mercado y la importancia de su tecnología.
Trump ahora agregó los aranceles, su arma preferida, como otra herramienta coercitiva, y no solo en temas comerciales. La disputa con México fue sobre la inmigración. Pero el arma económica más poderosa de su arsenal proviene de que el dólar es la moneda de reserva del mundo. Para hacer una gran transacción en dólares, incluso fuera de la nación, hay que entrar al sistema financiero estadounidense, y eso hace que uno sea vulnerable al largo brazo de la ley de EU.
Otros países no saben qué acciones tomar ante esta vulnerabilidad. Desplazar al dólar como la moneda preferida del mundo es una tarea larga y ardua. Todas las alternativas actuales tienen defectos. Rusia no es una economía lo suficientemente grande como para respaldar una moneda global, y llevar a cabo negocios ahí es peligroso.
Por su parte, el yuan de China no es del todo convertible, por lo que no se puede transferir sin problemas a todo el mundo. Las autoridades chinas temen que avanzar hacia una moneda totalmente convertible provocaría una fuga de capitales a gran escala del país, lo que dice algo acerca de lo temible de su propio sistema.
La Unión Europea ofrece el Estado de Derecho, un gran mercado y una moneda totalmente convertible. Pero incluso el euro aún no está cerca de ser un rival para el dólar, tal vez porque las instituciones que sustentan la moneda europea todavía están en construcción y los recuerdos de la crisis de la zona euro siguen siendo recientes.
El problema con una política de “volver a EU temible de nuevo” es que, eventualmente, la administración de Trump va a asustar a la gente. La confianza en el sistema estadounidense y el enorme tamaño de su economía le brindaron al país un papel central en el orden económico global.
Pero entre más armas de destrucción económica despliegue Trump, más debilitará esa confianza y alentará a los extranjeros a buscar maneras de evitar a EU, algo que finalmente encontrarán.