Negocios

La lucha para detener el robo de ideas

FT Mercados

La batalla para detener el robo de ideas es un caso perdido. China no aceptará la inferioridad en innovación y Occidente no debería frenar su desarrollo.

¿Qué tienen en común el papel, la impresión con base en tipos móviles, la pólvora y la brújula? La respuesta es que fueron invenciones chinas. Sin ellas, los avances europeos desde el siglo XV en adelante habrían sido mucho más difíciles, si no es que imposibles.

Esta historia ilustra por qué deberíamos querer que el conocimiento productivo fluya por todo el mundo. El conocimiento también “quiere ser libre” porque, a diferencia de una materia prima, el uso que le doy a tu idea no impide que tú o alguien más la usen. En la jerga, el conocimiento “no es un rival” del consumo, lo que le da el carácter de un “bien público”.

Pero crear esa nueva idea puede haber sido costoso. Si supieras que cualquier persona puede usar tu idea sin compensación, podrías estar menos dispuesto a desarrollarla. Este es un “problema del polizón” (o problema del free-rider). Los derechos de propiedad intelectual existen para resolverlo, creando un monopolio temporal de la idea.


No obstante, como señala el economista australiano Nicholas Gruen, al resolver el problema del polizón, perdemos la capacidad de ser “polizones” y construir libremente con base en las ideas de otras personas. A largo plazo, este último domina. Somos los beneficiarios de una gran cantidad de ideas, desde la rueda hacia adelante. Podría decirse que esta es la característica que define a los humanos.

Existe un equilibrio entre resolver el problema del polizón, otorgando monopolios temporales, y explotar la oportunidad de ser el polizón, al hacer que las ideas estén disponibles de forma gratuita para todos. Por esta razón, los monopolios temporales no son la única forma de motivar la innovación. 

El régimen de derechos de propiedad intelectual que tenemos tiene sus méritos. Pero es un compromiso imperfecto entre intereses en conflicto, uno de los cuales —el de las empresas establecidas— es probable que sea más poderoso.

El premio Nobel Joseph Stiglitz va más allá, argumentando que, al reducir el nuevo conjunto de ideas disponibles que otros pueden aprovechar y al aumentar la extensión del encierro del “conocimiento común”, los regímenes más estrictos de la propiedad intelectual pueden conducir a una menor innovación, y niveles incluso más bajos de inversión en innovación.

Los derechos de propiedad en las ideas son tan valiosos que se han convertido en una fuente importante de conflicto internacional. En The Hundred Year Marathon (El maratón de los cien años), Michael Pillsbury afirma que “China…. regularmente piratea entidades comerciales extranjeras... convirtiendo al país en el mayor perpetrador de robo de propiedad intelectual del mundo. Esto permite a los chinos hacer trampa en su camino para subir la escalera tecnológica”.

Esta preocupación no es nueva. En el siglo XVIII y principios del XIX, el Reino Unido era el país líder y Estados Unidos (EU) se esforzó por ponerse al día. A finales del siglo XVIII, Inglaterra penalizaba debidamente la exportación de maquinaria textil y la migración de la mecánica textil. Pero Samuel Slater emigró clandestinamente en 1789, para comenzar una industria textil moderna en EU. 

Otras ideas británicas cruzaron el Atlántico, especialmente los ferrocarriles, así como las ideas chinas llegaron a Europa siglos antes. Sin embargo, a finales del siglo XVIII y XIX, la protección contra las importaciones fue la principal herramienta de la política industrial de EU.

¿Cómo se compara esto con China en la actualidad? 

Desde su adhesión a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001, las políticas comerciales del país asiático han sido menos proteccionistas que las de EU en el siglo XIX. También se esfuerza por cumplir sus obligaciones con la OMC en materia de propiedad intelectual.

 Sin embargo, a los ojos de sus socios, esto ha sido extremadamente inadecuado. Lo anterior se debe, por una parte, a que los regímenes jurídicos chinos son defectuosos, y por otra, a que China está decidida a ponerse al día con los países más avanzados.

Tengo cuatro conclusiones. En primer lugar, los derechos de propiedad intelectual actuales son un compromiso. Es discutible que la protección ahora sea excesiva: los derechos de autor son demasiado largos y las patentes se otorgan con demasiada facilidad. Esto refuerza el monopolio.

En segundo lugar, el deseo de China de obtener acceso a la mejor tecnología es inevitable y, a la larga, probablemente sea beneficioso.

En tercer lugar, China ya es una fuente de nuevos conocimientos. Por tal motivo, su propio interés en proteger la propiedad intelectual va en aumento. 

Finalmente, las personas en los países avanzados deberían dedicarse menos a proteger el conocimiento que tienen y más a preservar los recursos e instituciones que van a sustentar la innovación.

Como sostuve anteriormente, los países de altos ingresos deben unirse, con el objetivo de llegar a un nuevo acuerdo con China, sobre la base del beneficio mutuo, dentro de la OMC. 

La protección de la propiedad intelectual debe formar parte de esa discusión. Sin embargo, las demandas tienen que ser razonables. China está decidida a convertirse en un motor de innovación. En algunas áreas, lo ha logrado.


Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.