Cuando el bitcoin, la criptomoneda que ahora todo mundo conoce, llegó por primera vez a la escena en 2009; se vendió a sí misma sobre la base de un principio sencillo. A diferencia del dinero tradicional que administran los bancos centrales, donde la oferta del dinero podría ampliarse a voluntad de un comité que no se elige democráticamente, la cantidad de bitcoins se mantendría con un límite de 21 millones de monedas a cualquier costo.
Lo anterior se garantizaría a través de un protocolo descentralizado, haciendo teóricamente imposible que una autoridad única la pudiera anular o controlar. Al final, esta fue la promesa que hizo el bitcoin al mundo: una moneda fabricada y respaldada por y para los usuarios, que a grandes rasgos ninguna entidad en el mundo podría manipular, y sobre todo, que no necesita de la mediación de un tercero.
Naturalmente, el compromiso apeló más a los que podrían describirse a sí mismos como entusiastas del dinero duro. Su punto de vista era que la creación sin control de dinero era la causa probable de la mayor parte de la inestabilidad económica que había aquejado muchas veces al mundo, y por lo tanto, debería limitarse.
En este sentido, el bitcoin les ofrecía el conducto perfecto para materializar su visión. Sin embargo, más de ocho años después de la llegada de esta famosa criptomoneda, la mayoría de estos principios se quedaron en el tintero.
El camino
Esta moneda virtual generó una letanía de sistemas que la imitaban, cada uno con su propia oportunidad de especulación para los primeros en adoptarlos.
Ya no importa, por ejemplo, que al sistema lo engulla la creación de dinero privado deshonesto y sin ataduras. Tampoco parece ser relevante que ya pasó mucho tiempo desde que el bitcoin podría describirse honestamente como un sistema descentralizado, libre de intermediarios.
Las economías de escala, como es su hábito, se aseguraron de que solamente un puñado de equipos de profesionales de la extracción y fuentes controlen la escena de producción de bitcoin, por lo que pueden confabularse de manera oligopólica si así lo quieren.
Lo que importa es que se dispara la popularidad y la rentabilidad de la escena cripto, sobre todo para aquellos que se convirtieron en la nueva élite de poder de esta moneda.
Incluso el bitcoin sucumbe a la presión. A partir del martes pasado, una amarga disputa ideológica sobre cómo el protocolo debería escalar en el futuro llevó a una versión separada de la moneda original. Debido a la forma como se diseñó bitcoin, si esta copia disidente gana terreno con los grupos de extracción, las corporaciones y los usuarios —algo que podríamos saber en cuestión de horas o días— podría ampliar inmediatamente la oferta de dinero de bitcoin de 21 millones a 42 millones.
Bautizada como bitcoin cash (efectivo bitcoin), esta división para crear dinero, irónicamente debe su existencia a la parte más purista de la comunidad que insiste en que no debería permitirse nunca que los sistemas de réplica de bitcoin, conocidos como sidechains, se unan al sistema central sin un límite: eso reproduce al sistema bancario convencional e inflacionario.
Disputa
No sorprende que sean los grupos de extracción, las corporaciones y los intermediarios los que apoyan estos sidechains: solo renunciando a algunos de sus principios centrales pueden mantenerse rentables en el sector.
Los puristas del bitcoin suelen ser los críticos más acérrimos de la expansión de la escena cripto. Señalan que casi todos los días se emite una nueva ficha o moneda en el mercado sobre el supuesto erróneo de que se puede garantizar la convertibilidad plena y la liquidez.
El sistema cripto de la actualidad comienza a replicar al sistema financiero de la época previa a la crisis del Reino Unido, cuando los bancos —siempre y cuando tuvieran activos aceptables para comprometerse con el banco central— podían recibir cualquier nivel de liquidez oficial que demandaran.
Para todos lo demás, como los activos autocreados, estaba el mercado de financiamiento mayorista. Es muy conocido que esos activos hacen una autovaloración a tasas totalmente fantásticas. Cuando el mercado mayorista se congeló, solo el banco central tuvo la capacidad de respaldarlos.
Los puristas entienden que el escenario cripto no tendrá esa gracia salvadora. Eso convierte a la bifurcación de la bitcoin en un momento de juicio salomónico. Solo una victoria decisiva de cualquier lado evitará que el bitcoin se separe. Quién, si alguien, cede en el caso de un enfrentamiento será el indicador sintomático de lo que realmente motiva a la comunidad.
21
Millones de monedas virtuales fue la cantidad límite que se acordó estarían en circulación cuando se creó el bitcoin en 2009.