En mayo, cuando Bayer anunció una oferta por Monsanto, su rival estadounidense, Susanne Schmidt, vendió sus acciones de la empresa alemana.
Ella es científica ambiental en Landau, Alemania. Su padre trabajó toda su vida en Bayer y le heredó las acciones, pero la idea de este tipo de fusión la llenó de terror. “Mientras más grande es la participación de mercados, más difícil controlarlas”, dice.
Bayer mejoró la oferta por Monsanto por segunda vez el lunes pasado, dijo que pagaría hasta 127.50 dólares por acción. Eso valora a Monsanto en alrededor de 56,000 millones de dólares (mdd), excluyendo la deuda, y ubica a la oferta como el intento de adquisición más grande de una empresa alemana, según Dealogic. Pero no queda claro si la oferta es suficiente para convencer a Monsanto.
Una adquisición crearía al proveedor de semillas y pesticidas más grande del mundo, y Schmidt no es la única que teme las consecuencias. Si el acuerdo avanza, “la megacorporación Bayer prácticamente podrá decidir de manera unilateral qué es lo que quiere que se siembre en nuestros campos y termine en nuestros platos”, dice Molly Scott Cato, una eurodiputada verde.
Esas dudas acompañan a grandes uniones de corporaciones. Lo de Bayer con Monsanto es apenas la hilera más reciente de megaacuerdos que transforman este sector en el mundo.
Los otros acuerdos
La industria ya pasó por una enorme consolidación. En 1996, había 600 empresas independientes de semillas: desde entonces, los seis grandes participantes -Monsanto, Syngenta, Bayer, DuPont, Dow Chemical y BASF- compraron a la mayoría y tienen 63% del mercado mundial de semillas.
Esto podría reducirse a cuatro compañías, pues la caída de los precios de los cultivos y reducción del gasto de los agricultores llevan a una nueva ola de acuerdos.
Dow y DuPont anunciaron una fusión de 130,000 mdd el año pasado, mientras que ChemChina busca lograr una adquisición por Syngenta de 44,000 mdd.
PotashCrop, el proveedor de cloruro potásico más grande del mundo, está en negociaciones con su rival Agrium para crear un gigante de fertilizantes de casi 30,000 mdd.
El gran volumen en la actividad de fusiones y adquisiciones enciende la alarma en Washington y Bruselas. “Cualquiera de las fusiones/adquisiciones probablemente estaría bien”, dice Bob Young, jefe economista de la American Farm Bureau Federation, que representa a los agricultores estadounidenses. “Pero que todas lo hagan al mismo tiempo... le da a uno en qué pensar”.
A Young le preocupa el impacto que tendría sobre los precios para los agricultores. Mientras que John Colley, profesor de la Escuela de Negocios Warwick, dice: “No queda claro cómo se van a beneficiar los clientes con esta reducción de proveedores”.
Los activistas también se preocupan sobre las consecuencias que tendrá para la biodiversidad tal nivel de concentración. “Al aumentar el poder de mercado de los actores dominantes, la diversidad de las variedades de plantas disponibles para los agricultores... se va a reducir más”, dice Martin Pigeon, investigador de Corporate Europe Observatory.
No hay certeza de que se lleguen a realizar todos estos acuerdos. Monsanto confirmó que recibió la oferta revisada de Bayer, y que participa en conversaciones “constructivas”. Pero los analistas de Bernstein han dicho que lo más probable es que Bayer aumente su oferta a 135 dólares por acción antes de que Monsanto esté de acuerdo en vender.
¿Menos competencia?
El mes pasado, la Comisión Europea lanzó una investigación sobre qué tanto limitaría la competencia la unión Dow-DuPont.
Pero algunos acuerdos siguen adelante. A ChemChina ya le aprobó el Comité de Inversiones Extranjeras, un panel del gobierno de Estados Unidos (EU) que puede bloquear acuerdos por razones de seguridad nacional, la transacción de Syngenta.
Las empresas se muestran relajadas ante la posibilidad de investigaciones antimonopolio. Dow y DuPont, que acordaron dividir la compañía combinada en tres partes después de su propuesta de fusión, dijeron que la investigación de la Unión Europea no debe retrasar el cierre del acuerdo.
Bayer, después de dar a conocer su oferta en mayo, señaló lo bien que la complementa la operación de Monsanto: la compañía de EU es fuerte en semillas y material genético, mientras que la alemana se especializa en productos para la protección de cultivos, como herbicidas, fungicidas e insecticidas.
Werner Baumann, director ejecutivo de Bayer, dijo en mayo que casi 60% de los ingresos de Monsanto se dan en el continente americano, mientras que los de la alemana en Europa y Asia. Por su parte, Liam Condon, director de ciencia de cultivos de Bayer, dijo que la compañía combinada podría vender unidades pequeñas para hacer frente a las preocupaciones antimonopolio.
Pero Colley advirtió que los reguladores podrían hacer “grandes demandas y concesiones” y añadió que “para el momento en que las autoridades terminen, tal vez no valga la pena hacer el acuerdo”.
Si Bayer adquiere Monsanto crearía un participante totalmente dominante en algunas áreas. Combinaría en una sola empresa a los dos mayores vendedores de semillas de algodón en EU, responsable de casi 70% de la superficie cultivada, de acuerdo con la consultora Verdant Partners.
También existe la superposición de dos empresas productoras de semillas tolerantes a los herbicidas, LibertyLink de Bayer y Roundup Ready de Monsanto.
Peter Carstensen, exabogado antimonopolio del Departamento de Justicia de EU, dice que si los dos productos terminan bajo un mismo techo, “no habrá incentivo para que alguien desarrolle una tercera alternativa”.
Los agricultores reconocen parte de la lógica detrás del posible acuerdo. Para llevar los productos al mercado en el entorno regulatorio actual, “necesitas una empresa con mucho dinero. Por ejemplo, unir a Bayer y Monsanto tiene que dar ese tipo de recursos”, dice Young.
Pero estos megaacuerdos llegan en un momento delicado. Los precios del maíz y de la soya cayeron a un nivel tan bajo que los productores apenas llegan al punto de equilibrio.
Wendell Shauman, de 70 años, cultiva 400 hectáreas de maíz y soya cerca del río Mississippi, en Illinois, y prefiere que no se realicen los megaacuerdos. “Es mejor que haya más competencia. Estamos en una situación en la que cuando se fortalece su posición, se debilita la mía. Prefiero no estar ahí”, dijo.
Con información de Amy Kazmin y Christian Shepherd.