Ian Hannam se “está llenando”, como dice. Sus ojos están húmedos por las lágrimas. El polémico exbanquero de JPMorgan esquivó preguntas sobre el impacto personal de recibir una multa de 450,000 libras por abuso de mercado. Pero mientras terminamos nuestro lunch en Notting Hill, la charla tangencial sobre su semidesgracia lo toma desprevenido.
Hannam menciona una compañía de teatro local de nombre Print Room que dirige Bill Winters, un antiguo colega de JPMorgan, y su esposa.
Hannam es un exsoldado de las fuerzas especiales con una figura corpulenta, pero empieza a desmoronarse cuando le pregunto si ha visto alguna buena producción en el Print Room últimamente.
No puede recordar los nombres de las obras de teatro y esto le molesta. ¿Por qué estás tan triste por esto? Le pregunto. ¿Porque Bill es tu amigo?
“Era un amigo”, dice Hannam, al recuperar su compostura, “Pero ahora es director de Standard Chartered (el banco del Reino Unido que se enfoca en Asia), así que quita que es un amigo”. Es difícil para una figura tan destacada como Winters que lo asocien con él, cree.
En 2012, el entonces regulador financiero del Reino Unido, la Autoridad de Servicios Financieros (FSA, por sus siglas en inglés), multó a Hannam por dar información privilegiada sobre Heritage Oil, una pequeña compañía petrolera, en dos correos electrónicos que envió en 2008. En uno sugería que el negocio podría despegar, en el otro afirmó que encontró un yacimiento.
Renunció inmediatamente, y prometió limpiar su nombre. En 2014 rechazaron su apelación. Aunque la FSA lo absolvió de cualquier acción deshonesta, lo que le permitió mantener su licencia de asesoría que de manera rutinaria se le quita a las partes culpables, la tarjeta de identificación que le dio a Hannam un asiento en la mesa principal de los banqueros y jefes de minería se hizo pedazos.
“Stuart Gulliver era amigo mío”, continúa Hannam, al referirse al presidente ejecutivo de HSBC, el banco más grande del Reino Unido. “Stuart y yo no hemos hablado en tres años por ser quien soy. Ahora soy el tipo que está allá afuera con la espada rota”, dice.
En julio de este año, ACEV adquirió Asia Resource Minerals, el nuevo nombre que tomó Bumi. Le envié a Hannam un correo electrónico con el título de “¿Baguette con el FT?” casi sin esperar una respuesta. En lugar de eso, nos reunimos en el oeste de Londres donde el banquero de 59 años vive durante la semana.
Cuando Hannam llega está relajado, me dice que el primer ministro David Cameron y el cantante Robbie Williams están entre la clientela del café.
La mayor parte de su carrera en la banca la pasó en Robert Fleming y JPMorgan, que compró Flemings en 2000. Hannam halaba al banco de EU como la última de una serie de organizaciones de meritocracia que lo moldearon.
Con chispa, reclama el crédito de sugerir y de implementar la empresa conjunta en el Reino Unido con Cazenove, el corredor de sangre azul que posteriormente absorbió en su totalidad el banco estadounidense en 2010.
Entonces, ¿no te amarga la vida que saliste desacreditado de JPMorgan?
“Acepté la responsabilidad y sacrifiqué mi trabajo, ¿no?”.
“No”.
Repito mi pregunta.
Duda y agrega: “También dijeron, ‘no puedes continuar…’ JPMorgan me apoyó, pero creo que cuando la FSA decidió que quería hacer un ejemplo de eso y lo puso en el dominio público, me tuve que ir”.
Aunque dice “hay personas en JPMorgan que bailaron sobre mi tumba”. Hannam parece más molesto por los recientes cambios en las reglas de mercado de Londres que en su propia suerte. En parte como consecuencia de las tribulaciones de Bumi, las empresas británicas no pueden unirse al mercado de Londres a menos que una cuarta parte de sus acciones la tengan accionistas independientes. Para los grupos extranjeros, el umbral es de 50%.
“Estamos alejando a las empresas”, dice. Los que financian prefieren cotizar en Nueva York y en Hong Kong.
En cuanto a su propia caída de gracia, ahora parece que se reconcilió con ser un estorbo.
El “evento”, como le llama crípticamente, “echó a perder el tomo de mi vida”. Su negocio especializado de asesoría es un “go-kart” en comparación con el “Ferrari” que era JPMorgan. Pero, al enfrentarse a la opción de amargura corrosiva o a la resignación con gracia, eligió la opción menos mala.
Los banqueros que fueron amables con Hannam dicen que voló demasiado cerca del sol. Los banqueros a los que les caía mal dicen que navegó muy cerca del viento. La élite adinerada de la que este diamante en bruto fue miembro temporal quedó encantada de expulsarlo cuando tuvo la oportunidad, me dice un contacto.
Todavía creo lo que siempre pensé. Esto fue un caso extremo. La FSA necesitaba cortar algunas cabezas a raíz de la crisis financiera que expuso su laxitud. Hannam sufrió como resultado. Pero no debería haber enviado esos correos electrónicos.
Pago la cuenta y vamos por caminos separados. En el metro escucho un pedazo de la grabación en mi smartphone. Hannam dice que está listo para hacer su primer salto en paracaídas en años.
Estamos de acuerdo en que tomar un riesgo calculado nos hace sentir más vivos. Hay un corolario tácito: haces un mal cálculo, y te quedas sin aire a 30 metros de profundidad o caes al suelo a 190 kilómetros por hora.