Una hora antes de almorzar con Ruth Rogers, cofundadora de The River Cafe, recibo una entrega en una caja. Dentro de este hermoso cofre de comida se apilan una variedad de paquetes deliciosos, frascos de mermelada llenos de verduras, una losa de focaccia esponjosa y un enorme pay de limón. Un menú detalla los contenidos: pollo espatchcock marinado en cáscara de limón, orégano, tomillo y pimienta negra; alcachofas violetta alla romano, radicchio di Treviso asado, estofado cime di rapa y frijoles cannellini.
Las cajas son parte de una iniciativa para llevar The River Cafe a tu hogar. Las descripciones italianas son parte de lo exótico, al igual que el precio: la caja costó 150 libras. Categóricamente no es una comida para llevar, toda la comida requiere de un grado de preparación. Todavía estoy deliberando cuando me doy cuenta de que debo reunirme con Rogers a través de Zoom.
Incluso esa experiencia solo puede ser un pálido simulacro de un hábito que en la era anterior a la pandemia se había convertido en un derecho de nacimiento urbano. Obviamente, no todo el mundo puede pagar los precios de The River Cafe, pero su cultura de comidas sencillas e informales al estilo europeo invadió todas las calles comerciales y el cierre de nuestros restaurantes nos dejó a todos en duelo.
Encuentro a Rogers ya sentada en un lugar, con un plato de sopa frente a ella y una copa de vino. “Hola, querida”, me saluda. Ella inmediatamente se muestra con confianza a pesar de la distancia virtual, tengo la clara sensación de haber entrado en el espacio de otra persona.
Por desgracia, no está en el comedor de The River Cafe, un hito moderno de Londres diseñado en 1987 por su marido, Richard Rogers, el arquitecto italiano-inglés. El colorido espacio de Hammersmith se encuentra cerrado desde que Reino Unido entró en su tercer confinamiento.
Aun así, al ver a Rogers, de 72 años, te das cuenta de cuánto del carácter esencial del restaurante está encarnado por la propia cocinera. Ya pasaron más de 10 años desde la muerte de Rose Gray, su Ruth Rogers, cofundadora de The River Cafe cofundadora y socia en un deslumbrante acto doble que concibió el restaurante con estrellas Michelin y una serie de libros de cocina elementales considerados una guía para los aspirantes a un estilo metropolitano de todo el mundo.
¿Qué va a almorzar hoy? “Empiezo con una ribollita, que es una sopa italiana, una sopa toscana”, dice Rogers.
Desde el inicio de The River Cafe, Ruth Rogers y Gray siempre arreglaron su cocina para que su personal aprendiera en el trabajo. Considerándose a sí mismas como “cocineras domésticas”, la jerarquía tradicional de la cocina se eliminó desde el principio y se espera que todos los miembros del personal ayuden.
Tan poderosa es la comunidad que rodea a The River Cafe que cuando Rogers reabrió después de un cierre de tres meses y medio en julio pasado, hizo el mejor negocio en los cuatro meses siguientes que jamás había visto. Tan bueno que pudieron recuperar sus pérdidas.
Ella dice...“Puede que no sea del gusto de todos, pero es personal. En cierto modo, The River Cafe es un pequeo planeta en si mismo”
Se sintió decepcionada por la falta de claridad y los cambios repentinos en medidas como el distanciamiento social y el uso de cubrebocas. Mientras esperan la próxima decisión sobre cuándo podría reabrir el restaurante, Rogers pone todo su esfuerzo en la tienda River Cafe. Es un giro que muchos restaurantes adoptaron durante la crisis.
“Compramos pasta, frascos de tomates, orégano, así que pensamos, hagamos una pequeña tienda. El equipo construyó un sitio web de ventas”, dice. “Y luego nos dimos cuenta de que nuestro carnicero en Brook Green, quería tener entregas de carne, y hablamos con nuestros pescadores en la costa, quienes dijeron que estaban desesperados por vender su pescado. Luego, dijimos que podíamos hacer salsa de tomate”.
En este momento, la tienda River Cafe tiene una importante contribución a sus ingresos. A mediados de febrero, vendía unas 30 cajas diarias, 90 en un buen día. También está decidida a entregar “en cualquier lado”.
Y ha habido traspiés. El Brexit de enero sumió las cosas en la burocracia y eso significa retrasos en las entregas: “no tanto en la comida porque surtimos bastantes cosas de aquí”, dice Rogers. “Lo que realmente nos golpea son los productos, porque tenemos vasos de Venecia, chocolates de Turín y cuchillos para carne de Francia. Estoy preocupada”, dice, reflejando las preocupaciones de cientos de minoristas británicos. “Muchas cosas se detienen en la aduana. Hay una gran cantidad de papeleo”.
Por encima de todo, Ruth Rogers está emocionada por el cambio en su perspectiva. Después de pasar tres décadas en una cocina, por fin hace otras cosas. “Puede que no sea del gusto de todos, pero es personal. En cierto modo, The River Cafe es un pequeño planeta en sí mismo”.
Hace 25 años, Adam Gopnik de New Yorker describió a The River Cafe como la “expresión de un renacimiento de la sensibilidad moderna de Londres... donde la fe en el sentido común y la cultura popular mediterránea importada harán que Reino Unido vuelva a ser joven”.
Los acontecimientos del año pasado hicieron que se sacudiera fundamentalmente esa fe. La cultura popular en la que se basa el restaurante parece aterradoramente lejana en este clima posterior al Brexit. Pero, me doy cuenta más tarde que Rogers logró sacarme de mi triste existencia en cuarentena y me transportó al perfectamente encantador “pequeño planeta” donde reside.
srgs