El gobierno brasileño expulsó a la oficina de representación del Fondo Monetario Internacional (FMI) en el país tras las quejas por los pronósticos económicos de la institución.
“Hace años que no se les necesita aquí. Se quedaron porque les gusta la feijoada (un guiso local hecho de frijoles negros y carne), el futbol, la buena conversación y, de vez en cuando, criticar y hacer predicciones equivocadas”, dijo Paulo Guedes, ministro de Hacienda de Brasil.
A partir del 30 de junio —cuando el actual representante del FMI debe ser sustituido— Brasil dejará de reconocer la oficina de la institución en Brasilia, dijo Guedes, y añadió: “Les dijimos que hagan sus proyecciones en otra parte”.
El Fondo Monetario Internacional dijo que había acordado cerrar la oficina para esa fecha.
La decisión se produce después de las crecientes críticas de Guedes sobre los pronósticos del FMI en los últimos años, en particular el año pasado durante el apogeo de la pandemia de coronavirus. Citó la estimación del fondo de una contracción del 9 por ciento del producto interno bruto el año pasado, que fue considerablemente peor que la caída del 4 por ciento que informó oficialmente el gobierno.
“Si quieren, pueden mantener su oficina, pero oficialmente decimos que ya no necesitamos tenerlos aquí”, dijo Guedes.
Antiguo gestor de fondos de Río de Janeiro, Guedes acusa regularmente tanto a los extranjeros como a los propios brasileños de desprestigiar a la economía más grande de América Latina, que, según él, entró en una “recuperación en forma de V” tras la recesión provocada por la pandemia de covid.
Su ministerio estima que el producto interno bruto crecerá más de 5 por ciento este año y de 2 por ciento el próximo, una perspectiva sustancialmente más optimista que la de la mayoría de los economistas, que proyectan un estancamiento o incluso una recesión en 2022. En el tercer trimestre, la economía entró en recesión, ya que el aumento de la inflación frenó el crecimiento.
“No estoy alardeando de Brasil, solamente digo que nos han subestimado constantemente”, declaró Guedes recientemente al Financial Times.
“Los analistas se equivocan todo el tiempo. Dijeron que la economía se desplomaría, cayó menos de lo esperado. Dijeron que no se recuperaría, se recuperó en forma de V. Dijeron que no crecería, está creciendo un 5 por ciento este año”, remató su crítica el ministro de Hacienda.
La oficina del representante residente suele instalarse en los países que han recibido préstamos de la institución. Brasil salió de su programa del Fondo Monetario Internacional en 2005, pero la oficina “estaba justificada porque es la economía latinoamericana más grande y es un lugar difícil de entender desde (Washington)”, aseguró una persona familiarizada con el asunto.
El nombramiento de Ilan Goldfajn, brasileño y ex presidente del banco central, como director del FMI para el Hemisferio Occidental contribuyó al acuerdo de cerrar la oficina, dijo Guedes.
“Hay un brasileño muy bien informado y preparado, que nos criticará desde allí (Washington). No hace falta otro representante aquí”, añadió el ministro.
Goldfajn no quiso hacer comentarios sobre el tema.
En un comunicado, el Fondo Monetario Internacional reconoció que cerrará su oficina en junio tras llegar a un acuerdo con el gobierno brasileño.
“Esperamos que la alta calidad del compromiso entre el Fondo y las autoridades brasileñas continúe mientras trabajamos estrechamente para apoyar a Brasil en el fortalecimiento de su política económica y su entorno institucional”, informó el organismo internacional.
Un diplomático en Brasilia dijo que la decisión de cerrar la oficina fue supuestamente "mutua, pero el gobierno brasileño quiso hacerla confrontacional”.
“El FMI está preocupado por la escala del déficit fiscal de Brasil y sus crecientes niveles de deuda y eso no es lo que (el presidente Jair) Bolsonaro quiere escuchar”, dijo Charles Robertson, economista jefe de Renaissance Capital, un banco de inversión especializado en mercados emergentes. “Podría ser que el FMI está siendo bastante bueno en hacer lo que hace, que es escarbar en los detalles del lado fiscal, y el gobierno preferiría que eso no sucediera antes de las elecciones (del próximo año)”.