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Es más difícil un crecimiento sólido que crear burbujas

Se perdió el último motor significativo de la demanda alimentada por el crédito y el resultado pone riesgos a la economía mundial


Se solía decir que cuando Estados Unidos (EU) estornuda, la economía mundial se resfría. Esto todavía es así. Pero ahora la economía mundial también se resfría cuando China estornuda. Se perdió el último motor significativo de la demanda alimentada por el crédito. Es casi seguro que el resultado va a ser un nuevo impulso al “exceso de ahorro” global o, como Lawrence Summers lo llama, al “estancamiento secular”, la tendencia de la demanda a ser débil en relación con la oferta potencial. Esto tiene como resultado enormes implicaciones para los riesgos económicos globales.

En su más reciente Panorama Económico Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) presenta una perspectiva no demasiado sombría, más bien prudente. Se tiene previsto que la economía mundial va a crecer 3.1% este año (en relación con el poder adquisitivo) y 3.6% en 2016. Las economías de altos ingresos van a crecer 2% este año, con un crecimiento de 1.5% incluso en la eurozona. En el caso de las economías emergentes, se pronostica que van a tener un crecimiento de 4% este año, muy por debajo del crecimiento de 5% en 2013, o de 4.6% en 2014. Si bien se prevé que China va a crecer 6.8% y la India 7.3%, América Latina se reducirá 0.3% y la reducción de Brasil va a ser de 3%.

El FMI enumera suficientes riesgos a la baja como para preocupar a cualquier persona aprensiva: cambios perturbadores en los precios de los activos y turbulencias en los mercados de activos; sin embargo, con un crecimiento potencial de la producción todavía menor, lo cual debilitará la inversión y la demanda agregada; una disminución en la producción de China mayor de la esperada; precios de las materias primas aún más bajos; un fortalecimiento del dólar, lo que minará aún más los balances de los solicitantes de crédito en dólares, sobre todo de aquellos que pidieron prestado para el financiamiento de la producción de materias primas; riesgos geopolíticos; y un mayor debilitamiento de la demanda agregada.

Imaginemos al mundo como una sola economía. Si crece como se tiene previsto, es probable que se expanda de acuerdo con su potencial. Pero, si algunas de las condiciones en la lista salen mal, la economía va a sufrir de un creciente exceso de capacidad y de una presión deflacionista. Incluso si nada peor sucede, todavía representará una preocupación porque el margen para una maniobra política es bastante limitado.

Los países emergentes, exportadores de materias primas y con deuda, tendrán que replegarse, igual que hace algunos años lo hicieron en la eurozona a quienes afectó la crisis. Igual que en la eurozona, estas economías esperan que la demanda externa las levante. Pero es probable que esperen en vano. Los países de altos ingresos ya están en o cerca del límite inferior cero en sus tasas de interés a corto plazo. Su capacidad de actuar eficientemente en respuesta a una gran crisis negativa de la demanda es muy cuestionada. Lo mismo puede resultar ser cierto en el caso de China.

Durante la última década y media las tasas de interés reales a largo plazo de los valores de alta calidad fueron bajas, lo cual indica la debilidad crónica de la inversión en relación con el ahorro y con la aversión al riesgo. En el período hasta 2007, la demanda mundial necesaria se generó en gran medida por las ampliaciones en el crédito y en la construcción de viviendas, sobre todo en EU y España. Este motor se quedó sin combustible entre 2007-2009, y 2010-2013. Esto creó nuestro mundo de tasas de interés nominales a corto plazo y de interés reales a largo plazo de 0%. Lo bueno es que el aumento en la inversión que se alimentó por el crédito por parte de China en 2009 llenó el vacío. Pero, también llegó a su fin.

Si bien las economías de altos ingresos se empiezan a recuperar de sus sacudidas, no se ve ninguna señal de un aumento del gasto en relación con el producto potencial. En general, el potencial del exceso de oferta mundial parece que va a empeorar. Por esto hay una gran probabilidad de que las presiones deflacionarias aumenten a nivel mundial.

¿Cómo se debe administrar un mundo bajo estas condiciones? A corto plazo, es vital evitar una desaceleración significativa, y todavía más importante evitar algo peor. Los instrumentos para enfrentar esas condiciones no están disponibles, tanto por razones políticas como por otros motivos. La resistencia a más políticas monetarias fuera de lo convencional y a políticas fiscales expansivas está arraigada. Esto es insensato. Pero también es una realidad. Al ser este el caso, es importante no necesitar en lo absoluto políticas de este tipo.

A mediano plazo, es vital empezar a hablar de lo que se tiene que hacer si la economía mundial sufre de una o de varias crisis negativas importantes.

A largo plazo, sin duda tendrá que ser posible darse cuenta de que un mundo con tasas de interés reales tan bajas ofrece grandes oportunidades de inversión, especialmente en los países emergentes y en los que están en vías de desarrollo. En lugar de una desaceleración, deberíamos empezar a planear cómo lograr un auge de la inversión global. China parece entender este punto.

El mundo se quedó sin grandes economías listas y dispuestas a dejar que los préstamos y el gasto ocurran rápidamente. Esto significa que la demanda mundial puede ser aún más débil durante los próximos años. Las políticas y el pensamiento se deben adaptar a esta realidad. Y esto debe empezar ya.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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