Cuando John Henry compró el Liverpool Football Club, en 2010, la moneda china cotizaba a 6.7 yuanes por dólar y se dirigía hacia arriba. Finalmente, el punto máximo se dio a principios de 2014, cuando su paridad fue de 6 unidades por cada billete verde.
Se puede dudar que Henry, quien hizo su fortuna al operar materias primas y es más conocido porque compró el equipo de beisbol Medias Rojas de Boston, en 2012, pensó mucho sobre cuántos billetes rojos se necesitaban para comprar billetes verdes.
Pero si al final vende por mucho dinero el Liverpool FC a un consorcio que lidera un grupo de inversión chino, será en parte a causa de lo que le ocurrió al yuan en los últimos dos años.
El lunes, el banco central de China estableció la “tasa de referencia” del yuan frente al dólar en torno a lo que se permite subir o bajar 2 por ciento en las operaciones diarias, a 6.6652, casi 11 por ciento por debajo del pico de 2014 y donde se encontraba cuando Henry se diversificó del beisbol al futbol inglés.
La expectativa de una apreciación del yuan cambió por el de una depreciación, sobre todo después de que el Banco Popular de China sorprendió a los mercados globales con una devaluación de “una sola vez” el verano pasado, y la Reserva Federal de Estados Unidos volvió a elevar las tasas de interés después de una pausa de una década.
Mientras el posible nuevo dueño del Liverpool, China Everbright Group, y otros inversores chinos pueden obtener ganancias al pedir préstamos en dólares estadunidenses para comprar activos en yuanes, el “carry trade” (las operaciones en las que se pide prestado dinero en una moneda con tasas bajas para colocarlo a monedas con tasas más altas) ahora funciona mejor de manera inversa, lo que le da más impulso al torrente de dinero que sale de la segunda mayor economía del mundo.
Los inversores chinos gastaron un récord de 100 mil mdd en adquisiciones en el extranjero en 2015, después superaron esa suma en el primer trimestre de este año, con la ayuda de la compra que hizo ChemChina de Syngenta por 44 mil mdd.
De acuerdo con PwC, las fusiones y las adquisiciones en el extranjero de las corporaciones chinas alcanzaron 134 mil mdd durante los primeros seis meses de 2016, en comparación con solo 30 mil mdd durante el mismo periodo del año pasado. Y hay mucho más dinero del lugar donde salieron esos 134 mil mdd.
David Brown, un socio de PwC que asesora a compradores chinos en sus adquisiciones en el extranjero, recuerda una reunión reciente con ejecutivos de una de las 10 principales aseguradoras del país. Dijeron que los cambios regulatorios les permite asignar más dinero a las inversiones de capital privado.
“¿Qué tanto más?”, preguntó Brown.
“Alrededor de 90 mil millones de yuanes más”, contestaron. La compañía aseguradora armó un pequeño equipo de jóvenes ejecutivos para gastar generosamente, pero sufren para hacerlo.
“Es realmente una gran cantidad de dinero el que busca ir a otros lados”, dice Brown, quien describe el aumento como “un salto cuántico” que fundamentalmente alterará a la industria mundial de fusiones y adquisiciones.
Las decenas de miles de millones de dólares de fusiones y adquisiciones que salen de China cada mes plantean preocupaciones a los reguladores locales y extranjeros.
Michael Buckley, un banquero de fusiones y adquisiciones de Citic Securities en Pekín, dice que la aprobación de las transacciones del regulador de divisas de China solía ser algo rutinario. Ahora puede tomar uno o dos meses para que se logre la aprobación de la documentación, una eternidad en el mundo de la banca de inversión.
Como resultado, a los que venden les gusta tener compradores chinos en la mezcla para obligar a otros postores a presentar mayores ofertas, pero se pueden mostrar renuentes a cerrar acuerdos con ellos.