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Apple sigue en espera de alguien que la derribe

Aunque la notable empresa de tecnología ha alcanzado su mediana edad, sigue dominando el mercado sin que nadie pueda reproducir su éxito todavía.

Incluso una década después del lanzamiento del iPhone, cualquiera que declare a Apple como una empresa “madura” corre el riesgo de parecer un tonto. Sí, sus ingresos de 2016 son menores a los de 2015, cuando alcanzaron la asombrosa cifra de 235,000 millones de dólares (mdd). Sin embargo, todas las razones para descartar su crecimiento se han expuesto antes: el mercado de smartphones no se expande, sobre todo, en la gama alta donde Apple se centró; los productos de los competidores son igual de buenos o mejores, y cuestan menos; las nuevas funciones de Apple solo son pequeñas mejoras. Tal vez esto finalmente le pegue en 2017, pero el avión de Apple aún puede despegar.

Es innegable que la compañía a veces actúa como un adulto. En sus últimas dos presentaciones de resultados anunció -a falta de mayores ventas de teléfonos o tabletas- el aumento de los ingresos por servicios. Esta es una transición clásica para compañías de tecnología que empiezan a envejecer: aumentar la base de clientes y extraer más de cada cliente.

La semana pasada, Apple declaró que las ventas de aplicaciones de su tienda iTunes subieron 40% este año, a más de 20,000 mdd. Esto sugiere que, aun si su base de unos 1000 millones de dispositivos no se amplía, la compañía aún puede crecer y hasta conservar su margen operativo de 40%. La clave es mantener contentos a los clientes, al menos lo suficiente como para no incurrir en la molestia de cambiar a otro sistema de dispositivos y aplicaciones.

Hace 20 años, W. Brian Arthur publicó un artículo profético en el que señalaba cómo los negocios orientados a la información, lejos de sufrir la disminución de los rendimientos que padecían las anticuadas empresas de producción a granel, experimentan la aceleración de rendimientos mientras crecen. Las compañías que capturan el liderazgo en un nicho determinado se convierten en el estándar sobre el cual dependen otras innovaciones, los clientes se acostumbran a sus interfaces, y aumentan los costos de entrada para los competidores.

“Un nuevo producto a menudo tiene que ser dos o tres veces mejor en alguna dimensión -precio, velocidad, comodidad- para desalojar a un rival enclaustrado”, escribió Arthur. Más importante aún, las empresas con retornos crecientes “relacionan y aprovechan” transfiriendo las bases de usuarios de un producto (digamos, internet móvil) a otro (por ejemplo, por pagos móviles).

La capacidad de Apple para acaparar, vincular y aprovechar inspira respeto. Sin embargo, una economía de tecnología más agresiva, en la que los gigantes como Apple, Google, Facebook y Amazon sufren más presión por parte de las hambrientas empresas que recién llegan, puede beneficiar a los consumidores y estimular el crecimiento.

Las compañías con retornos crecientes llegaron a definir el panorama corporativo en una época de crecimiento modesto en el mundo desarrollado, la disminución de la inversión, el estancamiento de la productividad y los márgenes de utilidades corporativas obstinadamente altos. Esto puede ser una coincidencia. O puede ser que la tecnología cambió la estructura de competencia de la economía de tal manera que no es universalmente positiva.

En cualquier caso, geeks del mundo que trabajan para construir algo que derrumbe a Apple y que con toda probabilidad esté condenado al fracaso, sepan esto: estamos con ustedes.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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