Un claro revés para la Shell, una gran satisfacción para los defensores del ambiente. La principal petrolera de Europa anunció el lunes que iba a cesar toda exploración a lo largo de Alaska, poniendo fin a una de las perforaciones más cuestionadas por los ecologistas. No es la primera vez que Shell retrocede en el Ártico, una región a menudo presentada como una tierra prometida para las compañías petroleras, pero que se muestra entre las más hostiles.
Michael Brune, director de Sierra Club, el mayor grupo ecologista de EU, expresó su satisfacción por el retiro de la Shell del Ártico y la costa de Alaska, por los resultados "decepcionantes" del llamado Burger J, importante pozo en el mar de Chukotka, según la firma.
Brune dijo que en vez de malgastar 7 mil mdd en planes descabellados para perforar en el Ártico, "debemos dejar el petróleo y el gas en el subsuelo, e invertir en formas de energía limpia y renovable".
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) también festejó la decisión de la petrolera, que pone a salvo a comunidades y la fauna de la zona.
El entusiasmo por esa comarca ampliamente inexplorada dio un salto en 2008, cuando un estudio del Instituto de Geofísica de Estados Unidos (USGS) calculó los yacimientos potenciales: el Ártico concentraría 13 por ciento de los recursos mundiales no descubiertos de petróleo (90 mil millones de barriles, es decir tres años de consumo mundial) y 30 por ciento de los de gas natural (47 mil millones de m3), esencialmente en Rusia y en Alaska. Desde entonces, los permisos de exploración offshore se multiplicaron, incluyendo en las zonas más difíciles.
Sin embargo, la parte de los hidrocarburos proveniente del Gran Norte en la producción energética mundial deberá bajar sensiblemente de aquí al 2050, según la Oficina Central de Estadísticas y el Centro de Investigaciones sobre el Clima, ambos de Noruega, en un estudio publicado en 2012. La producción de crudo en el Ártico representará así 8 por ciento de la extracción global en 2050, contra 10 por ciento en 2010, aun cuando duplicará su valor absoluto en ese lapso. Para el gas natural, la baja será más pronunciada, de 27 a 22 por ciento. Un retroceso que se explica en primer lugar por el auge de los hidrocarburos no convencionales, como el gas esquisto en Norteamérica, y el desarrollo de la producción de gas convencional en Oriente Medio, dos fuentes menos costosas que los hidrocarburos en el Ártico.
La decisión de Shell confirma las dificultades para la perforación, que enfrentó desde 2012, pese a la luz verde dada por el presidente de EU Barack Obama en julio.