La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, dijo hoy que hará todo lo posible para “preservar la democracia”, en un acto con representantes de movimientos sociales que recibieron a la jefa de Estado al grito de “¡No habrá golpe!”.
“Debo tener lealtad con la experiencia histórica de mi generación. Tenemos que preservar la democracia”, dijo Rousseff en un acto organizado en el Palacio del Planalto, sede de la presidencia brasileña, donde fue ovacionada por unas 30 organizaciones sociales.
“La democracia es algo que tenemos que preservar cueste lo que cueste”, agregó la presidenta, en referencia a los pedidos de que renuncie o sea depuesta por el Congreso mediante un proceso de "impeachment", destitución.
El domingo 16 de agosto Brasil celebrará su tercera manifestación desde que Rousseff fue reelegida para pedir su "impeachment" por medio de una acción del poder legislativo, un acto que por primera vez contará con apoyo de la oposición política, que hasta la fecha se había mantenido al margen.
Al respecto, Rousseff dijo en una entrevista el miércoles que “todavía existe la cultura del golpe (de Estado), pero no creo que tenga condiciones materiales de suceder”.
Las manifestaciones contra Rousseff se enmarcan en un momento en que el rechazo a la gestión de la presidenta alcanzó el 71 por ciento, la mayor cifra de un mandatario en Brasil, y en un marco de crisis económica que amenazan con provocar una caída del Producto Interior Bruto (PIB) de Brasil de hasta el tres por ciento este año.
“Estoy segura de que, a pesar de estar frente a dificultades económicas, entraremos en una travesía realizada sin retroceso en las políticas sociales”, agregó hoy la mandataria. “Vamos a tomar todas las medidas para que este país vuelva a crecer lo más rápido posible”, concluyó Bachelet.
Los movimientos sociales le manifestaron hoyen el palacio de Planalto su apoyo frente a quienes exigen su destitución pero le advirtieron que "la única salida posible es por la izquierda".
En el acto, los activistas expresaron su apoyo a la mandataria frente a las protestas convocadas para el próximo domingo por grupos opositores, algunos de los cuales exigen someter a Rousseff a un juicio político con miras a su destitución por los escándalos de corrupción en Petrobras y la delicada situación económica del país.
Rousseff, como ha hecho en los últimos días, a medida que ha ido creciendo la presión en su contra, reconoció que el país atraviesa por un momento de dificultades, pero aseguró que no fue elegida para "resolver los problemas del país hoy, sino hasta el 31 de diciembre de 2018", que es cuando concluye su mandato.
Sobre las protestas convocadas para el domingo, declaró que "no hay ningún problema" en que la sociedad se manifieste y sostuvo que ese es uno de los "derechos que ofrece la democracia", aunque volvió a insistir en que "los resultados de las elecciones se respetan", en alusión a los comicios de octubre pasado, en los que fue reelegida.
Así como escuchó coros de apoyo, Rousseff también fue blanco de críticas de los movimientos sociales, sobre todo por el plan de ajuste adoptado por el Gobierno, que implicó un fuerte recorte del gasto público y un aumento de la recaudación por la vía tributaria.
La mandataria insistió en que ese ajuste permitirá crear las condiciones necesarias para que la economía del país vuelva a crecer y entonces "profundizar" las mejoras sociales registradas en los últimos años. Rousseff garantizó que no habrá "retrocesos en las políticas sociales", pero admitió que "ya no se podrá gastar como se gastaba antes, cuando había más dinero", lo cual no convenció del todo a los activistas.
"Si es para ajustar, que se ajuste a aquellos que nunca fueron ajustados, con impuestos a las grandes fortunas y las ganancias de los bancos", dijo Guilherme Boullos, del Movimiento Sin Techo, quien apuntó que "la única salida es con el pueblo y por la izquierda".
Muchos de los activistas que acudieron al encuentro con Rousseff habían participado este miércoles en una multitudinaria marcha por Brasilia, convocada por movimientos de mujeres campesinas "contra el golpe" y "en defensa de la democracia", que concluyó con un acto en un estadio de fútbol al que asistió la mandataria.