Los mercados asiático se desplomaron ayer, arrastrados por una nueva debacle de la Bolsa de Shanghái, que perdió 8.5% al cierre de operaciones, su peor retroceso desde 2007.
Concretamente, ¿qué pasó? La baja del lunes fue desatada por la convicción cada vez más fuerte de los inversionistas de que en algún momento es inevitable un aterrizaje brutal de la economía china, locomotora de la economía mundial en los últimos años.
En total, el índice de la Bolsa de Shanghái bajó 38% desde su pico en junio. Antes de caer a mediados de junio, había tenido un alza de 150% a lo largo de un año, dopada por el endeudamiento y de manera totalmente desconectada de la economía real. Es lo que se llama una "burbuja": las inversiones de los chinos en su mercado relativamente reciente no reflejan el valor de las empresas que ahí cotizan. Más de 40 millones de cuentas bursátiles fueron abiertas entre junio de 2014 y mayo de 2015.
Otra inquietud, el riesgo de una manipulación de las cifras oficiales: el gobierno anunció un crecimiento en el segundo trimestre correspondiente exactamente a las previsiones del gobierno, mientras que los indicadores envían cada vez más señales de alerta. Según Patrick Artus de Natixis, China estará más cerca de un crecimiento de 2 o 3% este año, que el 7% fijado por Pekín.
Ahora bien, ¿es grave? "Las cosas comienzan a parecerse a la crisis financiera asiática de fines de 1990. Los especuladores se están deshaciendo de los activos que parecen los más vulnerables", dice Takako Masai, directivo de la Shinsei Bank de Tokio. De rebote, la depresión toca también a las materias primas: el cobre, barómetro de la demanda mundial, alcanzó ayer su cotización más baja en los últimos seis años y medio. La debacle del mercado chino se duplica con la caída del precio del petróleo, al caer el crudo americano por debajo de la barrera de los 40 dólares.
Aun cuando los consumidores (las industrias principalmente) pueden felicitarse de una reducción en su factura de compras, las bajas del precio no son una buena noticia para la economía mundial: la desinflación significa por lo general un ralentización del crecimiento, lo que supone a su vez menor creación de valor, menor consumo, menos empleos, menos inversiones, etc.
¿En qué afecta la baja de las Bolsas asiáticas? Quien dice mundialización de los intercambios, dice también interdependencia entre los mercados financieros. El economista francés Jacques Attali predijo una "depresión planetaria" en su blog. Al explicar que los 200 millones de miembros de la clase media china invirtieron la mitad de su sus ahorros en la Bolsa, y que la otra mitad lo hizo en el sector inmobiliario (que corre el riesgo de enfrentar una grave desaceleración), Attali afirma: "La recesión china, de confirmarse, arrastrará a Brasil, que causará la de EU y después la nuestra".
En pocas palabras, China va a exportar su desaceleración al resto de las economías emergentes: estas últimas, que han jugado un rol de relevo del crecimiento cuando la crisis financiera golpeó en 2007, no podrá por desgracia reeditar la proeza en caso de otro cubetazo de agua fría sobre la economía mundial.