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Peregrinación a la meca enfrenta a Arabia con Irán

La lucha por afianzarse como la nación líder en la región confronta de nueva cuenta a Riad con Teherán.

La peregrinación anual a La Meca o hach, que cerca de tres millones de fieles musulmanes comenzarán mañana, ha desatado una nueva y enconada guerra verbal entre el ultra ortodoxo régimen saudí, de credo sunita, y el gobierno iraní, de confesión chiita.

Embarcados en una lucha sin cuartel por convertirse tanto en la principal potencia regional, como en el único faro espiritual del mundo islámico, Riad y Teherán han vuelto a lanzarse afilados alfanjes coincidiendo con el hach, uno de los principales acontecimientos religiosos del año para los musulmanes.

“La perversa y malvada casta saudí (en alusión a la dinastía reinante Al Saud) no merece dirigir los santos lugares”, manifestó el lunes el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, quien subrayó que “el mundo islámico debe reconsiderar la administración de la peregrinación debido al comportamiento represivo que aplican los gobernantes de Arabia Saudí contra los peregrinos”.

A estas declaraciones respondió el jeque Abdelaziz al Sheij, el muftí de Arabia Saudí —la mayor autoridad religiosa islámica del país—, quien tachó a los iraníes de infieles.

“Los iraníes no son musulmanes, son seguidores de magus (religión pre islámica) y su hostilidad hacia los musulmanes viene de antiguo”, acusó el clérigo sunita en el periódico saudí La Meca.

El magus es una vieja religión practicada por los antiguos persas en la que rendían culto a los elementos, el fuego y los astros.

Este nuevo asalto entre ambas potencias regionales, enzarzadas en guerras interpuestas en Yemen y Siria, responde a la decisión de Arabia Saudí, el pasado mayo, de no conceder a Irán la cuota anual de peregrinos, después de que fracasaran las negociaciones entre ambos países sobre las condiciones del hach a La Meca.

Durante la peregrinación, los chiitas realizan una serie de ritos distintos a los efectuados por la corriente sunita, mayoritaria en el islam, que según las autoridades saudíes suponen un riesgo para la buena marcha de la peregrinación.

“Arabia Saudí, a lo largo de su historia, nunca ha aplicado una política sectaria en la peregrinación, ya que permite a los fieles de todas las ramas islámicas efectuar este mandamiento, ya sean chiitas o sufistas (seguidores de una doctrina mística del islam)”, argumenta el clérigo Ahmed al Gamedi, encargado de una mezquita de la capital, Riad.

Según Al Gamedi, los iraníes insisten en llevar a cabo algunos ritos chiitas que obstaculizan el movimiento de los peregrinos, y algunos fieles iraníes corean consignas políticas que “son inadecuadas”.

“Es realmente raro que Irán insista en esos ritos que causan estampidas y luego lamenta las víctimas que provocan”, subraya Al Gamedi, en referencia al incidente que tuvo lugar durante la peregrinación del año pasado, que causó la muerte de más de mil 500 fieles.

Una tragedia de la que el régimen de los ayatolas responsabiliza a las autoridades saudíes, como declaró el pasado lunes Jamenei, quien insistió en pedir una investigación internacional sobre lo ocurrido.

Como es ya habitual, junto a Arabia Saudí se han posicionado sus socios del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), que incluye a Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Catar, Bahréin y Omán.

El secretario general del CCG, Abdelatif al Ziani, aseguró que Jamenei “intenta desesperadamente politizar” los ritos de la peregrinación anual.

Al Ziani le incriminó lanzar “acusaciones falsas e indignantes contra Arabia Saudí” así como “frases inapropiadas y calificaciones dañinas que no deben brotar del corazón o la lengua de un musulmán, o de un líder de un país islámico”.

La actual crisis entre Riad y Teherán se desató a principios de año, después de que manifestantes iraníes atacaran la embajada saudí en la capital persa en protesta por la ejecución en Arabia Saudí del prominente clérigo chiita Nemr al Nemr.

El gobierno saudí respondió con el retiro de sus diplomáticos de Teherán, lo que desembocó en la ruptura de las relaciones entre ambos países.

Esta peregrinación no es la primera de la que se ausentarán los fieles iraníes, ya que sucedió lo mismo en os 1988, 1989 y 1990, después de que las relaciones se deterioraran tras unos enfrentamientos registrados en 1987 en La Meca entre manifestantes iraníes y las fuerzas de seguridad.

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