La Unión General de Trabajadores (UGT), uno de los dos sindicatos más importantes de España, abrió hoy una nueva etapa con la elección de Josep Maria Álvarez como sucesor del ya mítico Cándido Méndez, quien se despidió tras 22 años de liderazgo. El nuevo secretario general, nacido en Asturias (norte) en 1956, es un veterano de UGT en Cataluña, donde estuvo al frente del sindicato durante los últimos 25 años.
El principal objetivo del nuevo líder es acometer una profunda renovación en el gremio, adaptándolo a la nueva realidad económica y social, recortar gastos para que los recursos recaigan en los afiliados y dotar a la organización de "más democracia y transparencia".
Álvarez, que está a punto de cumplir 60 años, se impuso al otro candidato, Miguel Ángel Cilleros, con el 51.1 % de los votos (306), sólo 17 más que su contrincante y tras una reñida votación que se prolongó durante cinco horas la pasada madrugada.
El recién elegido líder del sindicato español, que lleva más de dos décadas al frente del sindicato en la región de Cataluña, causó polémica durante las últimas semanas por su posición sobre la autodeterminación de esta región española, ya que está a favor del derecho decidir de los catalanes.
No obstante, Álvarez quiso dejar claro que una cosa es el derecho a decidir y otra el independentismo, del que no es partidario. Tras lograr la elección el nuevo líder dijo: "UGT es la primera organización estatal donde la catalanofobia no funciona".
En su primer discurso como líder de UGT, ofrecido en Madrid hoy horas después de conocer el resultado de la votación llevada a cabo entre 601 delegados del sindicato, abogó por "transformar" la organización desde "la continuidad". "El siglo XXI nos pide un cambio y los compañeros y compañeras también", señaló.
Los últimos años no fueron fáciles para los sindicatos españoles, que perdieron afiliados y fueron acusados de no estar a la altura a la hora de defender los derechos de los trabajadores en plena crisis económica y ante los recortes y políticas aprobadas por el Gobierno del conservador Mariano Rajoy, que en 2012 abarató el despido con su reforma laboral.
"Nos sentimos maltratados. Ha habido una campaña para criminalizar al sindicalismo. El capital, los poderosos, saben que para poder arrebatarnos nuestros derechos primero tienen que acabar con los que lo han conseguido", destacó Álvarez hoy.
A ello se sumaron las sospechas por los escándalos de corrupción que salpicaron tanto a UGT como a Comisiones Obreras (CCOO), el otro gran sindicato español. Hoy, Álvarez prometió brindar una mayor participación y, sobre todo, una mayor transparencia para restaurar la imagen de la organización sindical.
"Hemos vivido momentos difíciles (...), pero esta organización va a ser transparente y va a dar explicaciones sobre todo lo que hace y sobre los recursos públicos que utiliza para que nadie pueda dudar de su comportamiento honesto", destacó.
El sindicato UGT se ha visto afectado en los últimos años por distintos casos de corrupción como el uso fraudulento de fondos públicos para formación, o el uso de tarjetas opacas del banco Bankia por parte de miembros de la organización que ocupaban cargos en el consejo de la entidad parcialmente nacionalizada.
UGT es el segundo sindicato mayoritario español, después de Comisiones Obreras, de influencia comunista en sus orígenes, y cuenta con más de 929 mil afiliados y está ligado en sus orígenes al Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
El nuevo líder de UGT también aludió a la situación política de España, que sigue sin Gobierno casi tres meses después de las elecciones generales de diciembre. Pidió a la izquierda que forme un Ejecutivo para derogar leyes como la reforma laboral.
"A mí me gustaría que esa mayoría de izquierdas que hay en el Parlamento dé una respuesta a los problemas de los ciudadanos. Que se dejen de tonterías y que se pongan a trabajar", instó.
El veterano sindicalista se impuso a su máximo adversario, el oficialista Miguel Ángel Cilleros, en una ajustada votación celebrada en la madrugada de hoy en el marco del 42 Congreso Confederal de UGT. Consiguió el apoyo de 306 delegados, frente a los 289 que se decantaron por Cilleros. Un tercer aspirante, el rebelde Gustavo Santana, se tuvo que retirar de la carrera al no haber conseguido los avales suficientes.
Álvarez tenía importantes apoyos dentro de UGT, pero también despertaba recelos entre algunos sectores por su defensa de un referéndum sobre la independencia en la región de Cataluña en pleno proceso independentista.
Entre los críticos estaba Cándido Méndez, quien apoyaba a su adversario. Hoy, no obstante, el nuevo líder de UGT y su predecesor escenificaron la unidad con un abrazo ante el resto de afiliados. "Como militante estoy tranquilo", dijo Méndez a los periodistas.
Álvarez, que cumplirá 60 años en unos días, se afilió a UGT en 1975, poco después de trasladarse desde Asturias, su tierra natal, a Barcelona, la capital catalana, para trabajar en la empresa Maquinista Terrestre y Marítima (actualmente Alstom) en pleno auge industrial. Tras desempeñar cargos importantes en la Federación del Metal, en 1990 fue elegido secretario general de UGT de Cataluña.
Su antecesor, Méndez, de 64 años, dejó la secretaría general de UGT tras 22 en el cargo. Se puso al frente del sindicato cuando éste estaba en pleno proceso de divorcio del Partido Socialista (PSOE), con el que había caminado desde su fundación, en 1888. Durante su gestión, recuperó el diálogo con la patronal y se acercó a CCOO, ligado históricamente al Partido Comunista.