"Los extrañaremos familia Obama", se lee en las cartulinas que algunas personas siguen dejando en las inmediaciones de la Casa Blanca.
Conforme se acerca el Día de la Inauguración, la seguridad en Washington DC se ha reforzado. Además de las vallas que ya delimitan desde hace días las aceras de la zona conocida como el Triángulo Federal, ahora se han levantado rejas de acero de por lo menos dos metros.
No obstante, eso no ha disminuido la visita de turistas y curiosos en los alrededores de la casa de la presidencia estadunidense, que buscan tomar una instantánea del emblemático edificio blanco.
“Esta casa no volverá a ser lo mismo. Ahora recibirá a un inquilino que nos da vergüenza” lanza Jennifer, ciudadana afroestadunidense. “Yo no voté por él, el colegio electoral lo hizo, ¿qué vamos a hacer?” agrega mientras deja una cartulina con un mensaje de despedida a Obama en una de las rejas.
Metros más adelante, un hombre blanco sobresale entre la multitud por su gorra roja. “Make America Great Again” (“Haz de Estados Unidos un gran país de nuevo”), el lema del presidente electo, Donald Trump.
“Ya es tiempo de que el señor se tome sus vacaciones, tuvimos suficiente de él. Que deje a los que saben hacer su trabajo”, expresa cuando se le pregunta sobre cómo se siente en los últimos días del presidente Obama.
El Triángulo Federal que comprende la calle 15, la avenida Constitución, Pensilvania y la calle E, donde se ubican al menos una decena de oficinas claves del gobierno federal, es peinada día y noche por los agentes del servicio secreto.
El clima en la capital estadunidense ha estado cambiante. Un día llueve, hace frío y al siguiente sale el sol. Así también parecieran vivir los estadunidenses su transición gubernamental. Más bien lo hacen divididos. Eso es lo que reflejan los comentarios en las publicaciones de las redes sociales que anuncian alguna protesta o acto de apoyo en el día de la investidura de Trump.
“Si tanto quieren a Obama, váyanse con él, Estados Unidos no los necesita”, se lee en un comentario de un evento programado para hoy en un auditorio al norte de la ciudad, en el que se prevé que cientos de personas expresen con mensajes electrónicos un “gracias, Obama”
“Presidente Barack H. Obama, gracias por cambiar para siempre la oficina presidencial. Por hacerlo todo con estilo y gracia. Yo digo #ThanksObama”, manifiesta otro comentario.
Pero no dejan de ser días de melancolía para muchos estadunidenses. Ayer, por ejemplo, en las pantallas de los restaurantes observaron atentos la última conferencia de Obama como presidente.
Aseguran que no dijo mucho pues apenas tocó el tema de la política “pies secos, pies mojados” que aplicaba para los balseros cubanos y la necesidad de fortalecer la relación con Rusia, sin embargo, les agrada volverlo a escuchar.
“Ese hombre transformó la historia de este país. No lo podemos dejar ir”, expresa Miranda, trabajadora del departamento del Tesoro, quien disfruta una cerveza después del lunch.
Pareciera que Obama también se niega a despedirse del despacho Oval, de las paredes blancas que alguna vez, los esclavos negros edificaron.