Los comunistas cubanos celebrarán a partir de mañana una cita que debe ser crucial para definir en los próximos años el legado de la generación histórica del castrismo.
Unos mil militantes del Partido Comunista de Cuba (PCC) se reunirán durante cuatro días hasta el martes para su séptimo Congreso, el principal cónclave de la única formación política que rige los destinos de la isla caribeña desde hace más de cinco décadas.
El Congreso del PCC tiene lugar en un momento histórico para Cuba, en medio del deshielo con su antiguo enemigo ideológico, Estados Unidos, y con la isla sumida de lleno en el proceso de reformas de mercado que impulsa Raúl Castro desde hace varios años.
Oficialmente, la reunión a puerta cerrada del único partido autorizado en la isla debe "dar continuidad" al Congreso previo, en el que se acordó en 2011 la apertura económica.
Las expectativas, sin embargo, apuntan también más allá. "Éste es un congreso muy importante", considera el analista cubano Carlos Alzugaray. "Es el último congreso que se produce en vida de la generación histórica" y debe "dejar más o menos inscrito lo que deja como legado", dice Alzugaray.
Otros observadores creen por ello que el congreso puede terminar de allanar el camino para un relevo en la envejecida cúpula de poder del castrismo.
La mayor expectativa "se refiere a un cambio intergeneracional de liderazgo a nivel del Buró Político", asegura Arturo López-Levy, politólogo de la Universidad de Texas.
"El primer secretario (del PCC), Raúl Castro, cumplirá 85 años y el segundo secretario, José Ramón Machado Ventura, 86", recuerda el analista cubano-estadunidense. López-Levy subraya que el partido tiene pendiente acordar la limitación de los mandatos de altos cargos propuesta por el mismo Raúl Castro.
"Hay una promesa política del propio presidente y una expectativa de renovación, que la élite cubana pagará un precio en legitimidad si las ignora", vaticina el politólogo.
Raúl Castro ya habló de un posible cambio constitucional en febrero de 2013, cuando anunció que dejará el poder al final de su segundo mandato de cinco años, en 2018. Castro asumió la presidencia en 2006, inicialmente de forma interina, luego de que una enfermedad forzara a su hermano Fidel a dejar el poder luego de casi 50 años.
Otras expectativas de cara al congreso apuntan a normas que apuntalen las reformas de mercado. El gobierno centra también gran parte de sus esfuerzos actuales en atraer inversiones extranjeras para intentar reflotar la maltrecha economía cubana.
"El congreso debe dar un nuevo impulso a la reforma económica", considera López-Levy, que ve aún muchas "camisas de fuerza" en las restricciones todavía existentes para la iniciativa privada.
También la inversión extranjera "sigue limitada por un ambiente poco competitivo y transparente, con alta incertidumbre asociada a la ausencia de independencia legal", agrega.
Fidel Castro, retirado desde hace años del poder, es oficialmente uno de los cientos de delegados nominados para la cita partidista en La Habana, aunque no está claro si asistirá en efecto a las reuniones.
Las posturas que pueda expresar Fidel Castro, visto a sus 89 años como un patriarca de la izquierda radical en la región, son consideradas en todo caso aún determinantes para el futuro inmediato de Cuba.
"Hasta que muera, Fidel Castro seguirá siendo una fuerza influyente en la política cubana", considera López-Levy.