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Clima de tensión en EU ante la Convención de Cleveland

En Ohio, el virtual candidato, el xenófobo Donald Trump, buscar reunir a su partido en torno suyo a pesar de las numerosas voces que deploran su nominación.

Las convenciones del Partido Republicano y del Partido Demócrata son grandes shows políticos que ocurren cada cuatro años. Esta vez, la Convención republicana se desarrolla en Cleveland, Ohio, del 18 al 21 de julio, en una clima político tenso.

En ella, los delegados y los diputados del partido son llamados a votar, estado por estado, y a designar oficialmente al candidato a la elección presidencial. También deben avalar la elección de Mike Pence como candidato a vicepresidente de Donald Trump en un cónclave que estará marcado por discursos —en especial los de la familia Trump casi completa—, que duran por lo general varias horas y durante los cuales los delegados deben votar sobre la base del resultado de las elecciones primarias, concluidas a inicios de junio.

Jean-Christian Vinel, especialista en la historia social y política de EU, explica el rol de estos grandes encuentros políticos. La Convención Demócrata tendrá lugar del 25 al 28 de julio en Filadelfia, Pensilvania.

¿Para qué sirve una convención?

La convención representa un momento muy importante en la vida de los partidos en EU. Es el momento donde, cada cuatro años, los millares de delegados republicanos (y más tarde los demócratas) se reúnen, eligen las reglas de procedimiento que van a presidir la convención y adoptan el programa del partido.

La convención también permite agruparse detrás de su candidato de cara a la elección de noviembre. A veces hay sorpresas, como la investidura de Barry Goldwater (1964) en perjuicio de Nelson Rockefeller.

¿Qué está en juego en Ohio?

Lo que cuenta este año entre los republicanos es la unidad detrás de Donald Trump, cuando numerosos correligionarios están descontentos. Pero las veleidades de hacer elegir a otro durante esta cita tienen pocas posibilidades de triunfo. Habrá sin embargo que prestar atención a las señales de unidad y considerar que esta es muy frágil.

Elección de oradores, significativa

Para cualquier político, hombre o mujer, un discurso en la convención es una manera de lanzar o de acelerar una carrera, o incluso de aportar un apoyo de peso al candidato, como Bill Clinton durante la convención demócrata de 2012.

Los ausentes

En Cleveland, ni George H. W. Bush ni George W. Bush, los dos ex presidentes republicanos aún con vida, estarán ahí. Mucho menos Jeb Bush y Marco Rubio, derrotados en las primarias, o John McCain y Mitt Romney, los últimos dos candidatos republicanos (2008 y 2012). ¿Puede esto complicar la tarea de Trump?

Este año, muchas figuras importantes del partido rechazaron participar. Incluso si lo hacen pesos pesados como el senador de Texas, Ted Cruz o Scott Walker, gobernador de Wisconsin, la convención será diferente, ilustrativa de las relaciones entre Trump y el partido.

Para los republicanos, el candidato natural era Jeb Bush. Y para explicar el ascenso de Donald Trump, hay que considerar la suma de circunstancias que actuaron a su favor. A comienzos de las primarias, nadie lo había tomado realmente en serio y los republicanos comprendieron demasiado tarde que Bush, candidato muy bien financiado, no iba a estar a la altura del reto.

¿Qué esperar del discurso de aceptación de Trump?

El candidato es más bien uno populista, que defiende una Unión Americana encerrada en sí misma y manipula los temas de la cuestión racial y de la inmigración de manera brutal. Si se busca un antecedente de Trump, podríamos remontarnos a Ross Perot, en 1992: un multimillonario que hizo campaña contra los tratados de libre comercio, y que dijo defender a EU y a los trabajadores del país. O incluso a George Wallace, que en los años 1960 conoció cierto éxito ante los obreros haciendo campaña a nombre de una Unión Americana popular contra las élites demócratas y sus proyectos de integración racial. La clase obrera blanca, en especial los hombres, votan en masa por los republicanos desde fines de 1960.

Pero con Trump, una parte del EU popular, incluso la clase obrera blanca, le recuerda al Partido Republicano que sus políticas han aumentado las desigualdades y fragilizado a numerosos estadunidenses. Trump también mostró los límites del discurso conservador que agita la piedad y la libertad económica.

La paradoja, claro está, es que él es un multimillonario que encarna esta ansiedad desde la derecha, y que lo hace estigmatizando la inmigración y denunciando los tratados de libre comercio.

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