A los 14 años, el extinto líder cubano, Fidel Castro, mostró su admiración por escrito y en inglés al entonces presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, pero décadas después se transformó en el más persistente adversario de 10 administraciones consecutivas en la Casa Blanca, según acaba de trascender en la Habana.
La carta a Roosevelt “es el primer documentado (firmado) de Fidel del que se tiene conocimiento y devela a un joven interesado en los temas de la política internacional, como las elecciones en Estados Unidos (de 1940), dejando entrever que le dio seguimiento hasta su desenlace”, dice una pormenorizada investigación sobre el asunto. “Estoy muy feliz de haber oído que usted va seguir siendo Presidente”, apunto Castro en la misiva.
La reproducción de la carta en cuestión, escrita en inglés, corrió a cargo de Ariel Aguilera Vega y la reprodujo este fin de semana el diario nacional Juventud Rebelde bajo el título “Las firmas de Fidel Castro”.
“Es evidente -asegura Aguilera Vega- que el adolescente Fidel sintió simpatías por el presidente norteamericano y se unió sentimentalmente con este en su apoyo al bando aliado en la Segunda Guerra Mundial. Demuestra estar al tanto de la política de Roosevelt para acelerar la construcción de barcos en apoyo a Inglaterra. Y si quiere para hacer sus barcos -escribió Castro- yo le puedo enseñar dónde están las minas de hierro más grandes de la tierra. Están aquí en Mayarí, Oriente, Cuba”, dijo.
Pero esa admiración de Castro por un presidente estadunidense fue desapareciendo en la misma medida que el cubano se transformó en abogado litigante primero, siempre envuelto en demandas sociales, y a partir de ahí en líder de una revolución que durante la lucha de guerrilla contra Fulgencio Batista padeció el apoyo en armas y asesoramiento de Estados Unidos a la dictadura finalmente vencida el 1 de enero de 1959.
Fidel Castro no comulgó ni con el deshielo de Obama
Tras el triunfo de la revolución, Castro viajó a entrevistarse con el entonces presidente de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower, pero este no solo eludió recibirlo sino que aprobó la ruptura de relaciones diplomáticas poco después y dio luz verde a la Agencia Central de Inteligencia para que preparara una invasión a la isla que se consumó durante el mandato de su sucesor John F. Kennedy en 1961.
Desde entonces, el líder cubano encabezó el desafío de la pequeña nación caribeña a todos los mandatarios que llegaron a la Casa Blanca y no hizo distinción ni con Barack Obama, el único gobernante estadunidense que a partir de 2014 intentó suavizar la confrontación de más de medio siglo entre los dos países.
“No necesitamos que el imperio nos regale nada”, escribió Castro poco después de que en viaje inédito a La Habana en 2016, Obama pidiera a los cubanos olvidar el pasado y mirar hacia el futuro, política que anuló la administración de Donald Trump y que Joe Biden mantiene en el destierro.
'Es hora ya de olvidarnos del pasado, dejemos el pasado, miremos el futuro, mirémoslo juntos, un futuro de esperanza. Y no va a ser fácil, va a haber retos, y a esos vamos a darle tiempo; pero mi estadía aquí me da más esperanzas de lo que podemos hacer juntos como amigos, como familia, como vecinos, juntos'", dijo entonces Obama, a lo que Castro replicó de inmediato: “Se supone que cada uno de nosotros corría el riesgo de un infarto al escuchar estas palabras del Presidente de Estados Unidos”.
“Tras un bloqueo despiadado que ha durado ya casi 60 años, ¿ y los que han muerto en los ataques mercenarios a barcos y puertos cubanos, un avión de línea repleto de pasajeros hecho estallar en pleno vuelo, invasiones mercenarias, múltiples actos de violencia y de fuerza?”, escribió Castro, quien desde 2006 estaba apartado de la dirección del gobierno por razones de salud, sin dejar de pronunciarse por escrito sobre los principales acontecimientos del país hasta su fallecimiento el 25 de noviembre de 2016.