Hace unos días, una vergonzosa imagen conmocionaba al mundo entero. Cientos de refugiados sirios, que huyeron de su país por culpa de la guerra y por criticar al régimen de Bashar Al Asad, se encontraban entre la frontera de Hungría y Serbia con la intención de llegar a Europa para aspirar a una vida mejor.
La prensa llegó hasta el lugar para contar lo que estaba sucediendo, pero nadie esperaba lo que iba a ocurrir: una avalancha de personas, represión de la policía, una patada y un llanto de un niño de 7 años que, ahora, un balón de fútbol puede convertir, de nuevo, en una sonrisa.
Aquel día, la camarógrafa de la cadena húngara N1, de nombre Petra Laszlo, fue grabada por otros compañeros de profesión mientras pateaba y zancadilleaba a los refugiados que huían como podía de la violenta policía húngara. La imagen más impactante fue aquella en la que la agresión de la camarógrafa acababa con un padre y su hijo, al que llevaba en brazos, rodando por el suelo.
Las imágenes del pequeño Zaid llorando de terror dieron la vuelta al mundo: pero lo que muy poca gente conocía es que ese hombre que huía junto a ese niño era un entrenador de fútbol de primer nivel en Siria antes del conflicto bélico.
Osama Abdul Mohsen fue, durante varias temporadas, el entrenador del Al-Fotuwa, el club más grande de Siria durante los primeros años de la década de los noventa. Tuvo que salir de su país por criticar al presidente Bashar Al Asad.
Por eso tuvo que huir hacia un destino mejor, buscando refugio para él y su familia en cualquier lugar de Europa donde poder vivir en paz. Tras su triste paso por Hungría, por fin alcanzaría, tras doce días de duro viaje, su principal objetivo: Münich, donde ya se encontraba su otro hijo de 18 años y donde la única idea que tenía en mente era poder reunir de nuevo a toda su familia.
Sin embargo, y tras una nota publicada en el diario El Mundo, Miguel Ángel Galán, director de la escuela nacional de entrenadores de Getafe, una pequeña ciudad obrera en el extra radio de Madrid, conocedor de la profesión de Osama ha decidido darle una oportunidad: traerle a él y a toda su familia a España para que vuelva a trabajar como entrenador de fútbol.
Osama y uno de sus hijos llegaron anoche a Madrid y este padre volverá a trabajar en lo que le gusta: el fútbol. La próxima semana se espera que llegue el resto de la familia.
Durante la entrevista con dicho periódico, realizada nada más llegar a Alemania, el padre sirio ya confesó lo duro de su odisea: “El viaje fue agotador y muy estresante. Muy difícil y peligroso. Mi hijo y yo pudimos morir durante el viaje a Europa”.
“La patada de la periodista fue inquietante y dura... Mi sensación fue de sorpresa. Y después dolor cuando vi el miedo y el pánico en la cara de mi hijo. Zaid lloró durante dos horas. Estaba aterrado. Tras ello nos tomaron las huellas digitales, nos amenazaron con la cárcel”, confesó angustiado.
Pero hay otros motivos para su esperanza: aquel niño de siete años que lloraba desconsolado en Hungría junto a su padre, tendrá la oportunidad de pelear por su nuevo sueño: ser futbolista profesional en una de las mejores Ligas del mundo como lo es la española.
Mohammad Al Ghadabe, el hijo mayor de Al Mohsen, escribió en Facebook el siguiente comentario sobre su padre, según recogió ABC: “Eres un gran hombre, un hombre ambicioso que no conoce lo imposible. Has arriesgado tu vida y tu dignidad para darnos una vida digna y un futuro mejor para que continuemos con nuestra educación y ayudemos a construir una nueva Siria. Que Dios te ayude a tener la cabeza bien alta y a sentirte orgulloso. Que Dios te proteja, te dé paciencia y te acompañe”.
“Están felices y emocionados. Pasan de estar en lo peor, en Hungría, a darles la oportunidad de su vida, con nuevo trabajo y una nueva casa”. Así defiinió Mohamed, el alumno de la Escuela de Entrenadores de Getafe que acompañó hasta España a Osama y a su hijo Zaid.
Anoche la alcaldesa de Getafe, Sara Hernández, y la de Madrid, Manuela Carmena, se reunieron con Miguel Ángel Galán para gestionar la ayuda que ofrecerán a estos refugiados.
Sin embargo, lo más importante ya está asegurado: “una vivienda, manutención, ropa y un trabajo lo van a tener”, adelantó el entrenador de fútbol madrileño. Y falta la “guinda del pastel”, subrayó, Miguel Ángel: “que la semana que viene podamos traer a su mujer, y sus otros hijos para que la felicidad sea completa”.