En 2002 la FIFA decidió romper con la dicotomía de jugar la Copa del Mundo en Europa o América, así que la llevó a Asia, un continente con millones de aficionados y, también, por primera vez en la historia no fue solo un país el anfitrión. El órgano rector del futbol mundial determinó conceder la organización a Corea del Sur y Japón, dos potencias económicas de dicha región y en las que buscó asentar con fuerza el futbol.
Y, cómo no podía ser de otra manera, Brasil fue el gran ganador del torneo, el equipo dirigido por Luiz Felipe Scolari, contó una constelación de grandes futbolistas, entre ellos nada menos que el Fenómeno Ronaldo, un delantero de época, pero que estuvo bien acompañado por tipos como Ronaldinho o Rivaldo. Magia en estado puro, pero es que en todos los sectores del campo contó con futbolistas que destacaban. Por ejemplo, Cafú y Roberto Carlos, dos de los mejores laterales en la historia.
Fue un campeonato que arrojó algunas sorpresas, las más increíbles las protagonizaron Turquía y Corea del Sur, países que alcanzaron la instancia de semifinales, sí los cruces fueron favoreciendo a ambos equipos, sobre todo a los turcos, mientras que los coreanos tuvieron una serie polémica de cuartos de final contra España al que vencieron en penales por 5-3. Sin embargo, en semifinales, cuando ambos se cruzaron a equipos de mayor envergadura, capitularon, aunque de forma decorosa.
En la final, se midieron dos equipos de gran trayectoria como Brasil y Alemania, el conjunto teutón era liderado por el portero Oliver Kahn y en ataque ya destacaba Miroslav Klose. Sin embargo, los europeos eran conscientes de que enfrente estaba una de las generaciones más brillantes de Brasil.
El cuadro de Rudi Vöeller compitió se esforzó y resistió, pero al final no pudo ante el instinto depredador de Ronaldo que logró un doblete (67’ y 79’) y con ello la Canarinha se situó como el mejor equipo del mundo y el más ganador de la Copa del Mundo.
DAO